El Obispo de Roma ha nacido por Gracia de Dios en nuestra tierra. Esto, lejos de ser un motivo de soberbia, debe ser para nosotros una interpelación desde lo moral, un desafío político y una inspiración doctrinaria.
Profeta en su Tierra. ¿Nadie lo es?
Tal vez sea nuestra tarea desmentirlo. Tal vez sea nuestro quehacer oficiar de eco y acción.
Por eso, este espacio nace como un amago de respuesta personal a esa exigencia, por consciencia y en la acción. Porque siento que tenemos la obligación de comprender sus gestos, sus apelaciones y su pedido de ayuda. Sobre todo quienes siempre hemos compartido en comunión su trabajo y sus ideales, aún desde otras confesiones o desde ninguna. Siento que a los argentinos, particularmente hoy, nos convendría acercarnos a la verdad que nos propone.
Pero este espacio no será sobre Francisco, aunque él nos busca y nos desafía casi a diario.
No lo será porque él mismo nos incita a romper el esquema del personalismo antagónico.
He elegido, entonces, hacer base en sus principios de vida (amor, coraje, libertad, instrucción, justicia, humildad, compasión y familia) y pensarlos no ya como valores, sino como objetivos concretos y palpables que nacen o mueren en el día a día.
Tal vez podamos mostrarnos sujetos de una misma instancia superior que nos excede pero que nos incluye y nos define.
Es el camino republicano, altamente institucional y fuertemente democrático que nos señala Francisco.
Este espacio se dispone, entonces, interpretar el rumbo de ese camino que no por humilde deja de ser soberbio.
¿Nadie es profeta en su tierra? Tal vez. Pero este espacio intentará, al menos, ser digno de tan alta conciudadanía.”