Las categorías políticas de Francisco

#ProfetaEnSuTierra

Su Santidad se maneja con categorías de pensamiento político que son un marco muy superior a la coyuntura. Son valores morales expresados prácticamente a través de la política. Por eso es esperanza.

Francisco no maneja “soluciones” sino ideas amparadas en la fe. Por lo tanto, acercarse a él buscando el afiche de promoción no sirve. Es inoperante y lo perjudica.

La dirigencia política nacional, carente de ideas porque carece de valores, no debe forzar respuestas de Francisco sino recoger su autoridad.

“Llego a Roma para escucharlo”, le confesó Obama.

No hay en el debate nacional un análisis profundo del “hecho Francisco” y no parece que vayamos a tenerlo, lamentablemente.

Lo que si tenemos y en abundancia son sobreactuaciones que, me temo, se irán agravando a medida que llegue el 2015.

Sobreactuamos la foto y sobreactuamos la no foto. Nada más.

Categorías

Hay un abismo conceptual y de valores entre la formación política de Francisco y lo que podemos ver (y esperar) de nuestra dirigencia.

La coyuntura y su idolatría fuerza a nuestros políticos a pensar después de la realidad y paradójicamente, los divorcia de ella. De la peor forma, porque creen que le prestan atención.

La realidad siempre les  gana porque no tienen un marco moral y político que la entienda, que la anticipe y la modifique. Por eso vivimos “solucionando” una realidad de ayer.

A diferencia de esto, Francisco mira la realidad desde la Promesa y por eso la construye. Francisco genera realidad.

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Dejar pasar a Francisco por la pereza de no intentar entenderlo sería reducir el destino a un horóscopo. Conviene intentar un catálogo de las categorías que, creo, lo hacen posible:

Geopolítica: Por los resultados que ha obtenido y el reconocimiento mundial de su figura como centro en los conflictos, Francisco sin duda comprende y maneja su pequeño estado sabiendo que la política es internacional o no es.

Humanismo: Lejos de los extremos, antepone la dignidad del Hombre y de todos los pueblos a cualquier rivalidad, por excusas ideológicas o intereses.

Autoridad: Entiende que la popularidad, por desmesurada que sea, se torna inútil y transitoria sin el prestigio que se logra por la fidelidad a sus fines. Existe unidad de acción entre su prédica y su ejemplo.

Solidaridad: Basa el éxito de la justicia solo en la cooperación organizada, tanto entre vecinos particulares como entre naciones.

Pueblo: Es capaz de expresar llanamente altas ideas teológicas o políticas y despertar así el fervor en los corazones de millones. Francisco le regala a su pueblo los secretos de la Dignidad y de la Política.

Nuestro Pecado

Arrastrar a Su Santidad hasta los charquitos de nuestra política coyuntural es el peor error que podemos cometer si queremos resguardar la promesa de que prospere en nuestro país un proyecto de Nación.

Es un peligro, porque por mucha cintura que Francisco tenga, no puede con un país colgado del cinturón. A quienes les interesa el fracaso de Francisco son los mismos que han medrado a costa del nuestro.

Francisco es una interpelación y un destino, si. Pero solo será fértil si comprendemos que está (y debemos mantener) por encima de las estupideces que nos generamos a diario.

El Papa es el ejemplo gráfico de lo que puede y debe ser la Política. Pero si en lugar de esforzarnos por alcanzar su autoridad, forzamos hacia abajo ese impulso ascendente de su concepción política, convertimos la esperanza en un salvavidas descartable.