Paranoia en el transporte público

#Urbanitas

 

Su mirada se engancha a las lámparas del alumbrado público; su necesidad es similar a la obsesión de las moscas por lo mortuorio. A través de la ventana del tren observa el acelerado paso de las calles oscuras, a veces visitadas por lo desconocido. Ahora su mirada se refleja en las lentillas de una mujer que no lo deja de ver. No sé por qué ahora mismo relaciono paranoia y transporte público, quizá sea por los altos niveles de des-conexión con los demás que debe uno tener a la hora de navegar por se territorio “civilizado” llamamos ciudad; síntesis de una realidad construida con fierros y cemento. Incluso en este lento tren la vida (entre comillas) pasa muy rápido, como una proyección de cine en una falsa pantalla. Ya desde tiempos de UR, la primer ciudad, se sabe que el hacinamiento genera enfermedades mentales a los miembros de una sociedad; daños en la forma de cómo se percibe el Mundo. Los especialistas han dado a conocer que la televisión fracasó en su intento de unificar losmodos de percepción, por eso ahora lo ensayan en las redes sociales: la zona virtual de los fierros y el cemento. Ojalá que se haya equivocado [sabemos que eso es falso] el filósofo que aseguraba que la existencia era una especie de loop infinito y solo eso. Sería como creer que entonces el señor de la foto, el que una noche iba en el tren ligero de Tlalpan, estaría por siempre encadenado a vivir en ese vagón. Aunque de alguna manera lo está.