Por: Agostina Fasanella
Ayer, en un curso que estamos dictando en Loi Suites Hoteles de recoleta, conversamos acerca de la importancia de tener en claro cuál es nuestra verdadera intención ante los resultados que más nos importan y cómo muchas veces elegimos ponernos excusas que nos creemos como verdades para justificar ese incumplimiento. Durante la conversación, Félix Salotto, compañero del equipo de Liderarte, contó una historia real que quiero compartir con ustedes porque es un ejemplo claro de todo esto.
Hace unos 5 años atrás un chico de unos 8 años llegó a la puerta de un Club de Rugby en Monte Grande. Parecía inquieto y ansioso… un amigo que estaba ingresando al club lo vió y le dijo:
“Buenos días, te puedo ayudar en algo?”.
El chico enseguida respondió “Si, claro. Aquí se entrena rugby, verdad?”
“Por supuesto, qué precisás?” respondió mi amigo.
“Vengo porque quiero ser Puma”, dijo el chico.
Mi amigo, sorprendido por su tan firme respuesta, le dijo “Bienvenido al club entonces, vas por buen camino”.
Este chico vive en Rafael Castillo (unos treinta kilómetros del Club), la situación económica en su casa es muy austera, su mamá le dijo que no podía hacerse cargo de acompañarlo, ya que debía cuidar de sus hermanos más pequeños y que no podía costearle ni la cuota del club ni los viáticos.
Se podrán imaginar que este chico tenía todas las excusas para quedarse con las ganas de ser un puma y decirse a sí mismo que él no tenía la posibilidad de cumplir su sueño…
Pero no! Él se las arregló para viajar al club desde su casa, caminando unas treinta cuadras hasta la estación, colándose en el tren porque su madre no puede darle dinero y caminando otras tantas cuadras de la estación hasta el club para entrenarse como un verdadero campeón… y hoy, 5 años después al chico todos le dicen Puma. Él ya es un puma!
Escuché esta historia repetidas veces y no me canso porque realmente es una enseñanza de que se puede, que en un mismo contexto podemos elegir ir por los resultados que queremos o quedarnos con las excusas que tenemos.
Hace unos meses fui al club en Monte Grande y puedo asegurarles que cuando vi varios chicos bajar de un micro supe cuál de ellos era “el Puma”. Su actitud, su mirada, todo indicaba que en un pequeño cuerpo había un gran campeón.
Ahora quiero invitarte a vos a animarte a ser un puma… si no es ahora… cuándo?
Que tengas linda semana,
Agostina Fasanella
Coach Ontológico
Liderarte Consultora