Por: Carlos Messuti
Cualquier persona que haya vivido en los noventas tiene que conocer el nombre de Street Fighter. Si no es por la saga de videojuegos, lo será por la espantosa película protagonizada por otro ícono de la década: Jean-Claude Van Damme.
Sin embargo, no voy a discutir las peripecias del film (si es que se le puede llamar así), sino el juego en que se inspiró y uno de sus más emblemáticos personajes… (redoblante)… ¡Zangief! (seguro que no se lo esperaban, pese a que lo menciono en el título del artículo).
Cuando no está bailando con el ex presidente Gorbachev o peleando con osos con fines recreativos (nada más varonil que revolcarse por el piso semidesnudo con un animal peludo de gran tamaño), la versión caucásica de Mr.T se dedica a perfeccionarse en el mundo del catch para poder formar parte algún día del elenco de “Titanes en el Ring”, el problema es que al igual que con la caída del régimen soviético, nadie le avisó que el programa dejó de emitirse a fines de los ochentas.
De cualquier forma, el denominado “ciclón rojo” ha alcanzado la fama gracias a la saga de juegos de Street Fighter, donde es temido por sus contrincantes no por su imponente físico, sino por un repertorio de tomas que ponen en contacto directo la cabeza del oponente con su ingle, cubierta únicamente por un delgado (y transpirado) calzoncillo rojo.
Al salir Street Fighter II, en 1991, Zangief se convirtió en la primera opción de todos aquellos que no tenían ni idea de cómo jugar y que pensaban que su trabajada musculatura les daría alguna ventaja sobre otros personajes. Por supuesto que uno no tardaba mucho en darse cuenta de que había caído en una elaborada trampa y que un luchador más pequeño en estatura (Ryu, Ken o incluso Chun Li) le podía romper fácilmente la cara. Fue por eso que muchos migraron al siguiente en la lista de las apariencias: E. Honda, que no los defraudó gracias al super fácil y ultra abusado truco de las múltiples palmas.
Pese a su “aparente inutilidad”, el compatriota de Iván Drago y Soda Popinski se hizo con un grupo de seguidores e incluso estableció el actualmente infaltable rol del “grappler” (o aquel personaje cuyo ataque consiste en tomas) en el mundo de los juegos de pelea. Así que ya lo saben, la próxima vez que se maravillen con los agarres de Goro Daimon, King (Tekken), Tina Armstrong o Mike Haggar, tengan en cuenta que todo se lo deben al arduo trabajo de un ruso en calzoncillos. Larga vida al ciclón rojo!