Por: Carlos Messuti
Sangre, tripas, ejecuciones brutales… hoy en día resulta imposible imaginar un shooter o juego de tiros sin todos estos condimentos; sin embargo, los más veteranos sabemos que hace solo unas décadas la inclusión de estos cruentos detalles en un juego hubiese generado un revuelo increíble en la sociedad: Padres furiosos, campañas escolares, junta de firmas, Guillermo Andino con cara de indignado (y muy mal informado) hablando del tema en el noticiero de la noche… en fin, todas las pavadas que “justifican” la existencia de los sectores más conservadores.
Con esta introducción aclaro que no es mi intención analizar el por que de la violencia en los juegos ni debatir sobre si está bien o mal, sino ver como ha evolucionado con el pasar del tiempo.
En los tiempos del Tetris y el Pac man, los juegos eran extremadamente simples, por lo que había que estar muy perturbado para encontrar algún tipo de violencia en un circulito siendo perseguido por fantasmitas (aunque no faltaban los que ya los culpaban de alienar a la juventud, convirtiendo a los chicos en zombies). Por supuesto, uno podría argumentar que ya en ese entonces existía el no tan célebre “Death race” de 1973 (supuestamente basado en la película del mismo nombre), una suerte de tatarabuelo del Carmageddon donde el objetivo era atropellar gente para ganar puntos; sin embargo, los primitivos gráficos de palitos dificultaban mucho el imaginarse una escena particularmente truculenta (en otras palabras, lo podías jugar con toda tu familia alrededor, que nadie se iba a dar cuenta de lo que supuestamente estaba ocurriendo en la pantalla).
Las cosas se mantuvieron más o menos de la misma forma hasta fines de los ochentas, cuando apareció “Splatterhouse” con sus mutilaciones y gusanos carnívoros. Los padres no tomaron a bien que sus hijos comandaran a Rick Taylor mientras este atacaba con una cuchilla de carnicero a una cabezas flotando alrededor de una cruz invertida, por lo que las protestas hicieron que solo estuviese disponible en su versión original en Japón. Al resto del mundo le dieron una más light (sin cuchillas ni cruces invertidas). Para colmo, previendo que alguien iniciara una demanda contra Namco por el parecido de Rick con Jason Voorhees de Viernes 13, la máscara del personaje cambio de color blanco a rojo.
Pese a la indignación de muchos, la tendencia fue aumentando y así llegó 1992 con el super-recontra-archi-famoso “Mortal Kombat” y sus memorables arrancamientos de cabeza con columna vertebral de yapa. La popularidad del juego entre el público joven hizo que no tardara en desatarse una verdadera cascada de títulos similares, entre los que se contaron “Killer Instinct”, “Eternal champions” (los dos con fatalities) y “Time killers”, otra copia casi desconocida del Mortal Kombat, cuyo detalle particular constaba en poder cercenar los miembros del contrincante durante la pelea (lástima que estos se regeneraban mágicamente en el siguiente round).
Ahora es cuando llegamos a ese momento incómodo en que notan que ya se termina el artículo pese a que recién vamos por los noventas… Y sí; se viene un “continuará” grande como una casa. Lo que pasa es que se que si no corto la nota en dos, los lectores más vagos (No me refiero a ustedes, sino a otros…) ven la extensión y no la leen ni a palos, así que seguimos la semana que viene con la evolución de la violencia en los videojuegos.
¿Cuál es el juego más violento que jugaron en su vida? No se olviden de comentarlo abajo (a ver si de paso me tiran alguna idea para seguir con esto…). Nos vemos la semana que viene con la super sangrienta continuación de esta nota. ¡No se la pierdan!