“No puede ser”, me dije. El tamaño del gesto, su resonancia política, su exacta oportunidad y sus actores. Confieso que la cosa me intranquilizó porque me dejó en evidencia. Me puso frente a frente con la responsabilidad de un “es posible”.
Ahí está la foto, tan profunda por ser tan sencilla como son los hitos históricos: Pérez Esquivel contempla el apretón de manos del Papa Francisco con el cacique Qom, Félix Díaz.
La foto es impactante, plena y luminosa. Y más me impacta porque llega justo en el momento político nacional en que las fotos son en un fin en sí mismo y esta aparece como la consecuencia de una acción de doctrina efectiva : “pedid y se os concederá”.
Después de la entronización de Bergoglio como S.S. Francisco, considero este gesto del Papa como uno de los hechos políticos del año porque esta vez no se limitó a decir “acá algo no va” esperando un eco, sino que hizo que ese algo fuera. La foto impresiona porque llega con su enormidad a ocupar una ausencia. La voluntad del Papa de seguir su propia agenda y actuar es un ejemplo que por ser tan necesario, es vergonzoso. Francisco pareciera mostrarle al Estado su papel institucional en los conflictos y a nuestro pueblo el suyo en la vida política: presencia activa.
Como dice un querido amigo, “Francisco tira centros. Falta un Palermo que los cabecee”. Esta vez, Francisco pateo el corner, desbordó a los centrales y cabeceó de sobrepique.
Es como si Francisco nos dijera: “Así se hace, ¿ven? Bueno, ahora les toca a ustedes”.
Hasta el encuentro con Félix Díaz, los gestos y las frases de Francisco tenían un correlato político nacional siempre mediante un análisis de su historia y su militancia. Teníamos que interpretar y traducir, explorar en la doctrina que esbozaba buscando el guiño cómplice del Papa. Casi debíamos suponer. Pero después de este encuentro, no podemos dudar de que la responsabilidad es nuestra. Debemos recuperar la iniciativa y la convicción doctrinaria.
Uno no puede dejar de ver tampoco la correlación simbólica entre el saludo del jesuita y el cacique, con el encuentro cultural de las Misiones. Hace cuatro siglos, la orden desafió los métodos coloniales de la corona española siendo el imperio más poderoso de la tierra, y se enfrentó a las jerarquías eclesiásticas para avanzar con el evangelio desee un aspecto netamente humanista y consolidar su idea del Hombre Pleno. Hoy, Francisco se reúne con Díaz y denuncia en el solo acto un modelo inhumano e hipócrita. Lo hace no solo desafiando, sino contradiciendo y remediando las políticas gubernamentales. Francisco avanza desde las periferias y demuestra que es ahí donde debemos estar.
La convicción política solo se ve en actos positivos y concretos, en el camino que esa convicción traza a través de la doctrina. Lo demás, es apenas circunstancia y reacción.
(Esta reflexión sobre los actos puros y reales, me hace disgregar un poco hacia el General San Martín y recordar su nacimiento en lo que fue una pujante Misión Jesuítica. Tal vez nos sirva para imaginar que ese hecho haya influido de alguna manera en su humanismo combativo y en su idea de “nuestros paisanos los indios” que lo llevó, como Protector del Perú, a ir directo al problema. De nada sirven las declaraciones de derechos si el Hombre no puede gozar de su felicidad concreta, afirmaba San Martín por entonces).
La respuesta adecuada desde la política está en la acción concreta, siempre y esa acción política concreta solo es posible desde la convicción, que a su vez solo llega por el orgullo de la honestidad. Notemos que Francisco no necesitó la fantochada de la mímica para abrazar una causa justa. No ha dado de baja su ortodoxia cristiana. No ha necesitado hacer bailes rituales. No se propuso cambiar monumentos. No se deshace en frases políticamente correctas. No dejó de ser el jesuita. Ya lo hemos dicho: solo quién es capaz de sentir orgullo por su propia condición puede entender y defender el orgullo ajeno. El orgullo es inclusivo, la soberbia es excluyente.
Precisamente por ser más que nunca lo que es, un fino político, fue capaz del gesto que debería pesar en nuestra realidad más que cualquier candidatura. Francisco ha ido a la sustancia con un hecho concreto. Esa es la política “no profesional”, la política de las cosas y su interrelación con el Hombre íntegro.
Francisco ya lo hizo. Si no comprendemos y “usamos” el peso político de su acción, si no empezamos a cabecear sus centros, nos habremos merecido todo.
Tengamos cuidado, porque la desintegración del proyecto de Nación empieza por los excluidos.
Yo creí que lo habíamos entendido cincuenta años atrás…
“Y en tal llamado está incluido el indio; el indio que fue el primer proletario de América y la primera víctima del imperialismo extranjero; el indio que de hoy en adelante es un argentino más, con iguales obligaciones y derechos”. J. D. Perón.