Por: Diego Marín
A primera vista Rusia es Europa. Nos imaginamos el país como una tierra poblada de blondas copias de Iván Drago y María Sharapova. Es todo un tópico, y uno muy difícil de quitar porque tiene una base real: Muchos rusos lucen de ese modo, pero son los rusos eslavos.
No hay que olvidar que Rusia es el país más grande del mundo, y que en su extensión alberga una enorme cantidad de grupos razas, grupos étnicos y nacionalidades. Lo del crisol aquí es cierto y es fácilmente divisible, por lo menos en Moscú.
Ver gente de ojos rasgados es completamente habitual, lo es también ver musulmanes asiáticos y tipos del Cáucaso que bajo nuestro árbol de clasificación parecen mucho más turcos que otra cosa. Todos son rusos, o por lo menos hablan ruso lo que es una señal importante de aceptación cultural. Si tienen dudas sobre esto, pregúntenle a los catalanes.
Rusia es un país Euroasiático, pero es parte de la civilización europea. Esa frase sale habitualmente de la boca de muchos dirigentes, pero para la mayoría de los rusos que he conocido eso no es tan cierto. Ellos ven en Europa algo ajeno, un cúmulo de valores que en muchos casos no los identifican. El ruso, por lo general defiende la característica única de su cultura, su unicidad. Y parte de eso está constituido por el legado asiático.
Y las huellas del Este están ahí, son evidentes a simple vista si uno hace el esfuerzo de relacionar las cosas. En los bares se fuma tabaco en Shisha sentado muy cerca del suelo, o derechamente en cojines. Mucha gente descansa mientras está en cuclillas, aunque tengan bancas cerca. Incluso las Matrioskas, esas típicas muñecas rusa son de origen japonés, y muchos antropólogos han descubierto raíces asiáticas en manifestaciones folklóricas rusas.
Los rusos, por lo general no reivindican demasiado esta herencia, aunque, conocedores de su historia, saben que la ocupación de la “Horda de oro” formada por los descendientes de Genghis Khan por más de dos siglos dejó un legado importante.
El potencial de desarrollo económico de Asia he hecho que las miradas comiencen, interesadas, a centrarse cada vez más al Este. Ahí están los recursos y un gran mercado para muchos de los productos originados en este verdadero continente que es Eurasia, o lo que es casi lo mismo: Rusia.