Todo principio es el final de otro principio

#TodasMisPalabras

Zaragoza
“Cuentan que construyeron la vía férrea de los Alpes entre Viena y Venecia antes de que existiera un tren que pudiera realizar el trayecto, aún así lo construyeron, porque sabían que algún día llegaría el tren. Si hubiera tomado otro desvío, ahora estaría en otra parte, sería una persona distinta.”

Bajo el sol de Toscana

… Ahora sería una persona distinta. ¿Qué me separa de la chica que viajó hace 2 años atrás? ¿En qué nos parecemos? ¿Cómo nos afectaron los cambios, los vuelcos, EL viaje?

… Si hubiera tomado otro desvío…

Cuando lean este post probablemente esté embarcando en un avión con destino a Roma. Hoy, 26 de septiembre, es el comienzo de dos viajes: el viaje de la chica que les escribe, y el viaje de la chica de hace dos años atrás que viaja a reencontrarse con sus recuerdos. Elijo disociarnos porque, si bien convivimos en el mismo cuerpo, somos muy distintas.

En mi caso, los viajes vienen cargados de altibajos, y hasta podría definirlos como el punto de encuentro perfecto entre ansiedad, adrenalina y miedo. ¿Miedo? Sí. El miedo es un concepto que lejos de ser negativo, avala el sentirme presente. Estoy acá, ahora, y a sólo horas de viajar. Entonces, ¿qué me separa de la chica de hace dos años atrás? Por empezar, que ella renegaba de su miedo y creía tener todo bajo control. Sin embargo, a veces la vida no responde a las agendas ni los planes; a veces la vida tiene ganas de vivir y salir dar un vuelco; a veces la vida no tiene miedo de perder para aprender. Y eso fue lo que pasó: la chica de hace 2 años atrás que había perdido a su papá, perdió a su mamá casi 1 año después de haber viajado a Europa.

Y así como mi otro yo jugaba a no tener miedo, la chica de hace 1 año atrás tuvo muchísimo miedo; tuvo miedo, y preguntas, e incertidumbre; y después, miedo de nuevo. Pero inmediatamente después de tener miedo recordó las palabras de su mamá desde la infancia, algo así como un mantra: “Vos podés”

Estas palabras me acompañan desde que tengo memoria. “Vos podés”. Yo puedo. Fue empezando a repetir estas palabras como aprendí a aceptar mis miedos y soltar los planes; aprendí a aceptar la vida, con cada uno de sus altibajos (como en los viajes). Fue empezando a transitar por esta ruta que finalmente abrí los ojos y entendí que el tiempo es nuestro recurso más valioso.

¿Y si mi mamá hubiera decidido viajar un año después? Probablemente no habríamos viajado,  y la chica de hace 2 años atrás quizá no se habría transformado en la de hace 1 año atrás, o, lo que es más, no se habría transformado en quién les escribe.

A continuación les dejo un texto que encontré esta semana de casualidad (o tal vez, no tanto), y como siempre, una canción para el camino: Tierra, de Xoel López; una de esas canciones para escuchar sentir con atención.

LA VASIJA ROTA
Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba todo el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.”
El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.”
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Madre. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”

“Yo soñaba, cada día, poder alcanzar la playa…” Y ustedes, ¿que harían si pudieran?…

Los dejo que lo piensen, y les presto mi frase para que la usen cuando más lo necesiten: VOS PODÉS.