La belleza de lo inevitable del cambio

#TodasMisPalabras

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“No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.”
Walt Whitman

La belleza de lo inevitable del cambio. La belleza de la metamorfosis. La belleza como un valor subjetivo: por cada uno de nosotros existe una forma distinta de belleza. Entonces, infinidad de formas de belleza, tantas como los cambios que el mundo entero se permite; y eso es una forma de belleza en sí misma.

Desde hace ya casi 5 años la palabra “cambio” me acompaña a donde sea que voy. “Cambio”, como la porción de nombre de un libro, como una constante en la vida de todos nosotros que a su vez es una variable entre todos nosotros; como una contradicción, una de las más bellas contradicciones.

Aceptar el desorden del cambio puede resultar difícil, y más cuando implica empezar a caminar la vida bajo estándares que se separan de los convencionales. Aceptar nuestra propia naturaleza y encontrar la manera de afianzarnos a ella, de amigarnos con el cambio, también resulta complejo. Pero no es hasta que entendemos que el cambio es parte de nuestras vidas, que nada está realmente garantizado, que nuestro futuro está más lejos de lo que pensamos y que al invertir en este futuro lejano estamos sacrificando nuestro presente; no fue hasta que me tocó vivir la pérdida dos veces en manos de una enfermedad que consume por dentro que me di cuenta de que, como diría Spinetta y como cité varias veces en el blog, “Tu tiempo es hoy“.

Y como mi tiempo es HOY, me permito compartirles esta confesión:

Una noche de primavera de 2010 vi como mi papá y mi mamá se despedían. Mi papá estaba internado en el hospital, en sus últimos meses de vida. A mi mamá le tocaba regresar a casa; aquella noche era mi turno de quedarme a cuidarlo. Se despidieron con un beso, casi como las despedidas que sólo había acostumbrado ver en las películas. Mi mamá pronunció un “te amo” con la mirada, mi papá optó por el silencio. Luego de que mi mamá abandonó la habitación, mi papá me miró a los ojos y me dijo: “Ella no se da una idea de cuánto la amo“. A lo cuál le pregunté porqué no se animaba a decírselo. Mi papá volvió a optar por el silencio.

Lo que quiero decirles con esta micro-historia, es que así como cantaba Spinetta, y así como me tocó vivirlo en carne propia, nuestro tiempo es el presente. El momento de decir lo que sentimos, el momento de dar aquel abrazo que hace tiempo tenemos ganas de dar, el momento de hacerle saber a los que nos rodean que sí son importantes y que hacen una diferencia en nuestras vidas… ese momento es AHORA.

No sabemos lo que pueda pasar mañana. Quizás sigamos viajando hasta el trabajo como ayer, o quizás nos levantemos y nos demos cuenta de que queremos emprender en lo que realmente nos apasiona. Quizás decidamos hacer un viaje que, sin saberlo, nos va a cambiar la vida. Quizás nos levantemos y no encontremos el calor de la persona que nos acompañó durante todos estos años. No sabemos. Nuestro tiempo es HOY. “Tú que vives este día, hazlo bello” decía la frase de una pared de Colegiales. Y así volvemos a involucrarnos en el círculo, “hazlo bello“.

Acepto el desorden, acepto el cambio y elijo hacerme cargo de mi vida; y para mí la belleza de lo inevitable del cambio fue y es justamente eso: tomar mis experiencias y transformar la pérdida en un viaje de papel, en un diario de esencia, en un viaje de amor; mi propio secreto de singularidad.

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Imágenes: capturas de la película “5 to 7

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Belleza es esta canción para los dos. Se las dedico.

Gracias por convertirme en una Hija de Papel: