Por: Sol Iametti
“Mi sueño: Una Barcelona mediterránea, bella, grande…. Ser canal para que la Belleza sea el resplandor de la verdad, descubrir en las leyes del Universo todos sus secretos.”
Antoni Gaudí
Dicen que cuando el Barrio Gótico sale a encontrarte hay un antes y un después, como las primeras veces, o como esa canción que no podemos parar de escuchar.
Entonces la sinopsis de un libro comienza a tener otro significado: “soy una romántica que viaja” – lo repito en voz alta como una re-afirmación hacia adentro: “soy una romántica que viaja.”
Viajar es dejar que la ciudad nos tome de la mano y nos devele todas sus facetas. Viajar es como comenzar un libro que nunca termina; un libro que se prolongará mientras sigamos latiendo sobre el suelo: por cada viaje una nueva visión, por cada visión un nuevo secreto (de la ciudad y de nosotros).
Abro el libro:
Viajo para leer-me en las ciudades.
Viajo para dejarme atravesar por las líneas de cemento.
Viajo porque descubrir una ciudad es des-cubrirme,
quitarme el velo de los ojos;
afianzar mi propia forma de latir sobre este mundo.
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A continuación, un fragmento de una tarde en Barcelona. Sugerencia: cerrar los ojos y dejarse llevar por la música y la voz de la ciudad; luego volver a ver el video con los ojos (y el resto de los sentidos) bien abiertos.
“Barcelona. Octubre de 2014.
Aún teníamos arena del Mar Mediterráneo en las manos, y luego de haber atravesado el pulmón de la ciudad, los mariscos, los puestos de la calle y la esencia de Gaudí desde las entrañas de un secreto: a las miradas en Barcelona les nacen pájaros.”