Por: Sol Iametti
“Hay amor por todos lados. Hay desorden. Hay rebeldía en contra del tiempo.
Es el deseo de un mundo bajo mis propias reglas.”
Memorias de la luz, Magalí Vidoz
“Tal vez, lo que te hace grande no sea difícil de ver. Tal vez, cada guiño esconda la llave que intentas tener” – decía una de las canciones en mi audio esta semana. Lo que te hace grande, una oración que tomo y desmenuzo para desarraigarla del concepto de grandeza y afianzarla al concepto de crecer. Crecer; “poder decir adiós es crecer” – dice otra canción que suena mientras les escribo. Y tal vez, lo que te hace grande… sea poder decir adiós.
“Nuestras vidas están definidas por las oportunidades.“
En mi casa la oportunidad de crecer se crió con nosotras (mi hermana y yo) casi como si fuera nuestra hermana de sangre, alborotándonos la infancia y la adolescencia. La oportunidad de crecer vino en forma de grandes desafíos y de turbulencias sin preámbulos, en forma de pérdida.
Mi mamá y mi papá nos dejaron una gran enseñanza: tener los ojos bien abiertos para saber apreciar una oportunidad cuando aparece, casi como si atrapáramos una luciérnaga con la mano: la tomamos suavemente, convivimos con su luz entre las manos, y dejamos que siga su camino hacia nuevas latitudes.
Mi oportunidad de sanar la adolescencia y los contra-tiempos con mi papá se desvaneció con las 12 de la noche de un noviembre de 2010. La luciérnaga había pasado y la había dejado escapar. La luz había desaparecido en una cama de hospital, y había estado dormida; yo había estado dormida.
No fue hasta hace un año atrás que otra oportunidad volvió a aparecer en el medio de la tarde, y a pesar del reloj, pude ver su luz. Tomé un papel, una lapicera, y le escribí una carta a mi papá para sanar, para tomar el perdón entre mis manos, convivir con su luz, y dejar(lo) seguir.
“Nuestras vidas están definidas por las oportunidades.“
En una clase de poesía un profesor dice: “lo que escribimos podría ser la superficie, pero el poema es el viaje submarino; en la profundidad se gestarán los versos más sinceros“. Entonces, tomo esto y lo despliego, lo hago propio; finalmente me siento a escribirles, me siento a decirles que la vida no es perfecta, que la vida es desorden, muerte y desorientación; que la vida es hastío, aislación, desamparo. Y aun así encuentra su forma de convertirse en poesía: con su búsqueda; con su propio ritmo; con el temblor de todos los cuerpos que se animan a escucharla y el cuerpo que la escribe; con su música; con sus ganas; con su no-pudor; con su sinceridad y su pérdida de la inocencia; con los altos y bajos de un electrocardiograma… Sí, la vida es poesía, y viceversa.
Tal vez lo que te hace grande es reconocer que la vida no es perfecta, pero es real; que poder decir perdón es crecer.
***
Hay amor por todos lados. Hay desorden – dice la frase de Memorias de la luz. Y hoy entiendo que uno no puede habitarme sin el otro.
Este momento, el momento presente, es tu oportunidad…
[ Cierra las manos ].