Escribir es pintar con palabras

#TodasMisPalabras

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Alguna vez una película dejó esta frase grabada en el aire: “Nunca he tenido el corazón tan rojo.
Fue un enero de cuadernos que cobran vida y poemas que florecen de las yemas de los dedos, de corazones rojos, de decir: escribir es pintar con palabras. Fue un enero de decidir soltar un cuaderno al azar, y soltarlo es otra forma de soltar los mapas…

La última semana de enero se plantó en mi agenda para invitarme a sentir la ciudad con un sabor distinto. Buenos Aires y yo hicimos las paces, a pesar del calor, la humedad y la lluvia. Buenos Aires y yo nos reconciliamos porque ambas sabemos que tenemos que convivir(nos), y que en el fondo no podemos avanzar la una sin la otra.

La última semana de enero fue un VHS. Recuerdo que en mi infancia uno siempre tenía que rebobinar la película para devolverla al videoclub. Así se sintió esa semana. Los recuerdos mi película, y yo… rebobinando.

La primera semana de febrero vino acompañada del nacimiento de un libro. Todas mis palabras de los últimos 5 años en las manos, haciéndome sentir liviana, haciéndome sentir entera. Rebobinar a finales de enero, o rebobinar para dar a luz un libro, o rebobinar mientras viajamos en un micro. Hay que rebobinar para devolver la película y poder pasar a la próxima en la lista.

Entonces, la primera semana de febrero fue un lago de recuerdos. Recuerdos que afloraron a partir de la música, los sabores a comidas-amor de la abuela, el perfume de mamá antes de ir a trabajar cuando estaba en la primaria. Recuerdos.

Cierro los ojos: mi papá poniendo música un sábado como éste pero distinto, marcando el compás de Ringo con el pie, mirándome y haciéndole los coros a Lennon. Abro los ojos.

Cierro los ojos: mi mamá y yo sentadas en el sillón del living haciendo maratón de Woody Allen; o en la mesa pintándonos las uñas; o recorriendo el barrio de Caballito en las tardes de verano después de que salía del trabajo. Abro los ojos.

Cierro los ojos: los mates con mi abuela y su sonrisa cada vez que hacíamos un chiste con mi hermana; o llegar del colegio y sentir el aroma a milanesas y tortilla, o guiso, o ñoquis y salsa casera. Abro los ojos.

Abro los ojos. A pesar de que mucho ha cambiado me doy cuenta de que ésta cinta está en mi corazón, y que cada vez que rebobino mi corazón se torna un poco más intenso. Corazón de cinta, corazón de libro, corazón rojo carmesí

Supongo que después de todo, escribir es pintar con palabras.

… Y pido perdón a Sabina por tal contradicción, pero tengo que decir que vivo ahí, donde habita el recuerdo; en un lugar donde sólo los que ya no están y yo nos encontramos: cuando cierro los ojos.