Por: Fabio Lacolla
Antes de estar con vos prefiero barrer una pirámide
“Pero vos que te crees, ¿Qué nací para tenerte la vela? Estás loca. ¿Cuánto más voy a rogarte que seas clara? Decís que me querés pero hacés todo lo posible para que yo me sienta peor, si ya sabés que, cada puto mensaje que me enviás, es para mí una daga. Sos una egoísta, me llamás sólo cuando te sentís vacía de vaya a saber qué. No pensás el daño y la confusión que me causa… o si, lo pensás pero no te importa. ¿Sabés qué? Cada día que pasa me convenzo más que sos una mentirosa, que sabés perfectamente que ya no me amás, pero que no querés perderme por las dudas. ¿Por las dudas de qué?”
La respuesta correcta siempre se nos ocurre tarde
Soy lerdo, cuando me apura no sé qué decir. Todo lo que “tendría” para decirle se me ocurre después. No tengo tiempo de reacción. Su llanto me puede, su cara me puede… hasta los mocos me pueden. No me perdono cuando le creo a su cara de nena desprotegida, me odio cuando me abraza porque me borra de la memoria toda la bronca contenida. No puedo creer que ella me muestre tan débil, en otros planos de mi vida puedo manejar situaciones con total seguridad, pero evidentemente ella toca una parte mía que desconozco al punto tal que soy otra persona, como si habitara en mí un extranjero que maneja otra cultura y otra forma de comunicación. Soy lo que ella no necesita y ella es lo que a mí me frustra.
Toda aclaración conduce a la oscuridad
-Tenemos que hablar.
-¿Otra vez?
-Sí, otra vez. ¿Cómo sigue esto?
-Ya te dije, no sé. No es momento para pensar en el presente.
-¿Pero vos sos tonta? ¿Por qué no te escuchas un poquito lo que estás diciendo?
-Bueno, no sé, estoy confundida. No puedo pensar ahora, solo sé que necesito estar un poco conmigo…
-Pero si cuando estás conmigo vos no estás, ¿con quién mierda estuve todo este tiempo? Vos no querés estar con vos, vos lo que querés es estar sin mí.
-Tal vez tengas razón, ¿me estás pidiendo un tiempo?
-¿Yo te estoy pidiendo un tiempo? Me la estás dando vuelta, yo no necesito ningún tiempo la que empezó con esto de las distancias y los tiempos fuiste vos.
-Sí, puede ser. Pero si te ponés así es muy difícil poder hablar yo le pongo la mejor onda pero vos te sale el nerviosito… y así es muy difícil hablar.
-¿Sabés que pasa? Es que tu papá nunca te quiso, entonces antes de volver a pasar por la frustración de que no te quieran, preferís abandonar antes de sentirte abandonada.
-Aaaah bueeeeno, ¿y eso quién te lo dijo, tu psicóloga?
-Sí, porque ella sabe porque es mujer y también me dijo que para que vos califiques como mujer falta una bocha, me dijo que hasta que no dejes de ser hija no vas a poder ser mujer.
-Mirá, no te lo iba a decir pero ¿sabés que piensa mi psicólogo de vos? Que sos un cagón, un pollerudo y que no tenés pelotas. Que todos tus actos de cobardía para conmigo son porque nunca pudiste enfrentarte a tu mamá y que no te crees merecedor de ningún afecto, solo por el hecho de que tu viejo siempre prefirió a tu hermano mayor.
-Los psicólogos no saben una mierda, repiten como loros lo que sus analistas le dijeron y se la pasan estudiando casos del siglo pasado.
-Si claro, excepto tu psicóloga que te comprende y que lo único que sabe es tirarme mierda a mí.
-Bueno cortala, ¿querés? Al final yo te pregunto qué mierda te pasa conmigo y terminamos hablando de cualquier cosa.
-¡Pobre víctima!
No me llames nunca más
Como si la solución para una ausencia fuera llenarla de más ausencia. En el amor no hay actos heroicos. Ningún esfuerzo alivia el dolor de nadie. Duele cuando tiene que doler y, no hay acto que acelere el proceso, ni cicatrizante que apure la herida. El problema con el otro es un problema con uno mismo. Ese otro llegó donde llegó porque nuestra neurosis ofició de red carpet para que desfilen por ahí las ilusiones que más tarde serán desvanecidas, los proyectos que chocarán de frente y el como si de una aventura vulgar. Todo empieza a andar mejor cuando evitamos la interacción y no nos sentimos en la obligación de contestar un guasáp. El aire se renueva cuando ya no importa si te llama; no importa el llamado sino lo que vos hacés con él.