137. Los que se miran el ombligo

#AmoresTóxicos

-Hola, ¿Silvita?

-¿Quién habla?

-¿Cómo quién habla? ¿Ya te olvidaste de mi voz?

-Disculpame, me resulta conocida pero no me acuerdo de dónde.

-Ah! Qué fácil te olvidás de tus parejas.

-¿Claudio?

-No, no soy Claudio. ¿Me vas a decir que no tuviste otra pareja? Te tiro una pista: Las Toninas, medialunas en la ruta, lluvia todo el fin de semana…

-Ah ya sé, sos Ernesto.

-¿Ha visto como no te habías olvidado de mí? ¿Qué hacés loquita linda?

-Bien, todo bien. ¿Pasó algo?

-No, ¿qué va a pasar? Todo joya, mejor imposible. Recién termino de lavar el auto y dije: ¿Qué será de la vida de esa loca?… La voy a llamar y le voy a dar la sorpresa.

-Ah sí, que sorpresa! ¿Tus cosas bien? ¿Seguís en el banco?

-Obvio, de ahí me van a tener que sacar con los pies para adelante, ¡ja ja ja!

-Vamos al grano. ¿Qué querés? ¿Para qué me llamaste?

-Epa, epa. Qué apurada. ¿Cómo para qué te llamé? Obviamente porque quiero verte. ¿Sabés que pasa chiquita? Es que sos muy extrañable.

-Si, mirá ¿sabés que pasa? Que estoy con muchas cosas, no tengo tiempo para nada. No te ofendas, pero esta época del año…

-Pero si, te re entiendo. Yo estoy igual. Por eso; hay que despejarse, darse una pausa, tomarse un vermouth…  la vida son cuatro días y no hay mal que por bien no venga.

-Mirá te lo agradezco mucho, pero por ahora no va a poder ser.

-¿Te acordás el viaje en catamarán? Que risa ese día. La gorda que se mareaba. Ja ja.

-Che, mirá no te ofendas. Pero estoy ocupada, otro día hablamos.

-Dale genial, te paso a buscar el domingo y nos vamos para el lado de San Isidro que me dijeron que está re lindo.

-No, mirá, no voy a poder.

-Eh, pero che!! Tres, cuatro horitas. Charlamos un rato, revivimos buenos momentos y quien te dice…

-¿Quién te dice qué? ¿Quién te dice qué? ¿No entendés que no quiero verte pedazo de goma? Me tenés harta, basta!!! Vos y yo no tenemos ABSOLUTAMENTE nada que ver. No te aguanto, a ver si me entendés.

-Epa, tampoco es para tanto. Si querés elegí el lugar vos que yo me adapto.

-A ver pedazo de nabo. ¿QUÉ PARTE NO ENTENDÉS DE QUE YA NO ME IMPORTÁS MÁS? Que ya fue, que se terminó lo poquito que hubo entre nosotros. Que no fuimos novios, que no fuimos pareja y que nunca, pero nunca, va a pasar algo entre vos y yo.  

-Ah, pero reconocés que algo hubo… por eso te digo, no dejemos que la llama se apague bebé. El olvido no le hace bien a nadie.

-A mí me haría muy, pero muy feliz que desaparezcas. Que nunca más me llames. Si algo quiero en este mundo es olvidarte.

-Pará, pará… Mirá, Osho dice que: lo que va, vuelve y que…

-Basta Ernesto, basta. No sé qué hago hablando con vos. Dejame en paz. Por favor, dejame en paz.

-Bueno ok, me quedó claro. Te llamo en unos días para ver si cambiás de opinión.

-(CORTE) 

ombligo

Mirarse el ombligo es hacer la plancha en uno mismo. El otro está introyectado de tal modo que ya es parte de uno. Vivir en una cápsula es mantener la pobre ilusión del uterino eterno. Es estar rodeado de estufas sin querer enterarse de la salida del sol, donde a la larga terminás envasado en una lata de atún.

Mirarse el ombligo es no terminar de caer, es no terminar, es no.

 

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