62. La posta sobre la amistad entre el hombre y la mujer

#AmoresTóxicos

Millones de veces hemos escuchado disquisiciones acerca de la amistad entre el hombre y la mujer. Si existe o no, si es viable o si sólo es un acto de resignación donde uno no puede avanzar y se conforma con una pequeña hendija en el corazón del otro. Para que una amistad entre géneros florezca hay determinados condicionantes no muy distintos a una amistad del mismo sexo. Ante todo, la pregunta es si uno cree o no en la amistad, porque hay personas que no creen en ningún tipo de amistad.

Atahualpa Yupanqui de decía que un amigo es uno mismo con otra piel. Esa persona que se hace presente en el momento justo, que aun en la más profunda soledad sentís que hay un latido cercano que te acompaña. El afecto entrañable no tiene distinción de género, no hay un afecto mujer que supera al afecto hombre, ni un afecto adulto que se diferencia del afecto niño. El afecto viaja sin etiquetas por las almas saltando de corazón a corazón.

Te quiero como amigo

El: Que linda que estás hoy, amiga. La verdad que te re daría.

Ella: Ay gracias, sos un dulce de leche.

El: Bueno, entonces que mejor que comerte una cucharadita.

Ella: ¿Me estás hablando en serio? Estás medio en pedo, ¿no?

El: Bueno, tampoco es para tanto, tal vez podríamos darnos unos besos.

Ella: ¿Sabés que pasa? Que si tenemos algo la amistad se va al carajo y yo no quiero perderte.

C O R T E N

amigos

Típica conversación milenaria entre dos amigos, donde él se tira el lance con ella y ella recurre al argumento de la amistad para decirle que no. Ella cree que de esa manera lo deja tranquilo valorando su “ser humano” y prometiéndole una eterna amistad. En el 93 % de los casos ella no gusta de él y no la calienta lo suficiente como para que ella se olvide por unos instantes de la amistad y pase un rato agradable con ese amigo del alma sin necesidad de caretear amor y entregándose como si lo hubiera. El piensa, pero no lo dice, que si ella no accede al encuentro carnal, de todos modos va a perderlo y que, si realmente para ella es tan importante esa amistad, lo que tiene que hacer para no perderlo es revolcarse entre almohadas y pasiones vanas para no sentir que se queda con las manos vacías.

Pasemos en limpio:

El: Che, ¿Da para darse?

Ella: No, pasa que no me gustás lo suficiente, de hecho por eso soy tu amiga, sino ya te hubiese dado hace rato.

El: Ah! Lo que pasa que si no nos damos unos besos tu amistad no me interesa. A mí me gusta sentirme deseado hasta por mi perro.

Ella: Pero ya dejaría de ser amistad. Y a mí me importa que seamos amigos.

El: Por eso, si tanto te importa nuestra amistad, tengamos sexo así no me voy a la mierda. Porque de la forma que lo planteás el que tendría que hacer todo el esfuerzo soy yo. Y no está bueno que ninguno de los dos reprima. ¿O me vas a decir que siempre te acostaste con Bradpittis?

Ella: Pero ya te dije que no me gustas lo necesario para estar con vos.

El: Si, ya lo entendí, pero si tenemos sexo un par de veces yo ya no te jodo más, aparte como no te gusto lo suficiente no corrés el riesgo de enamorarte y que mejor que curtir con alguien que te garantiza que no vas a sufrir por amor y sobre todo que no vas a perder un amigo.

La amistad entre el hombre y la mujer solo es posible cuando la relación está des-erotizada, es decir, cuando ninguno de los dos piensa en el otro como posibilidad erótica. Mientras uno de los dos piense que, dada las circunstancias, podría tener algo con el otro, esa amistad va a estar atravesada por esa ilusión. Solo es posible la amistad entre dos personas cuando el deseo sexual queda inhibido por el vínculo. Es imposible que una amistad perdure en el tiempo cuando uno de los dos erotiza el vínculo.

Él tiene que entender que ella no gusta de él y aceptarlo. Si realmente le interesa su amistad debe renunciar a su herida narcisista de no ser deseado por ella y bancársela como un señorito inglés al que Scotland Yard le acaba de hacer una multa por pasar un semáforo en rojo. A él le molesta que ella no sea sincera y que despliegue un argumento adolescente que las estadísticas defenestran.

Ella debe ser lo más honesta posible y no sentir culpa por no gustar de él. Él tiene que sentirse halagado por el cariño que ella le tiene y no sentirse rechazado. Ahora si para ella, darle unos besos, no significa demasiado, también podría aprovechar alguna noche de copete para saldar esa erotización y que todo siga su curso normal.

Claro que cada caso es particular, ustedes mismos podrías refutar cada línea y cada idea. Lo cierto es que rara vez dos amigas (sin erotización) se digan en un recital del amigo guatemalteco:

Amiga 1: ¿Me prestás tu rouge?

Amiga 2: No, porque si te presto mi rouge voy a perderte como amiga.

Amiga 1: ¿Pero qué estás diciendo?

Amiga 2: Que te quedan mejor los labios al natural.

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