Por: Fabio Lacolla
Estimada Señorita Sonia:
Me presento por si no me recuerda, soy Estévez de Liquidaciones, el que le entrega el recibo de sueldo todos los meses, usted siempre me dice algo sobre mi saco marrón y la forma que tengo de combinar los colores. Yo no sé si esta carta llegará a sus manos, no me considero lo suficientemente valiente para semejante exposición, pero daría el universo para sentarme a comer un tostado con un submarino y charlar con usted.
Nunca me pasó de sentir los latidos del corazón tan marcados. Cada mes, cuando usted entra, mi pulso cardíaco revoluciona más rápido que en una definición por penales. Añoro esa adrenalina que Racing cada tanto me deparaba.
¿Sabe qué le diría? Le diría que su cara dice una cosa y su mirada otra. Que usted elige mal, que no entiendo cómo siendo tan bonita y simpática siempre anda con esos hombres que no le llevan el apunte, que la dejan clavada como un ticket, que no necesitan prometerle nada porque usted se adelanta a todo y se crea falsas expectativas. Usted no sabe las cosas que yo sería capaz de prometerle… sólo que no soy de los que se animan. Una vez leí que cuando uno elige a la persona que la rechaza lo único que logra es asegurarse la soledad. ¿No será que usted, en definitiva, elige estar sola y no se anima a decírselo a sí misma? El otro día decían en la tele que las personas que sufrieron mucho por la mala relación que tenían sus padres, suelen repetir algo parecido o, por miedo a que les pase lo mismo, no construyen ningún vínculo serio y sólido.
El gordo Ordoñez, me dice que una chica como usted nunca se fijaría en un tipo como yo, dice que yo soy demasiado bueno para estar con usted, que a usted le gustan los turritos, que las chicas así se enamoran de los tipos que las hacen sufrir. Y yo le digo que no puede ser que una persona con semejante mirada sea tan masoquista. Entonces me puse a investigar, porque a mí no me entra en la cabeza eso de que usted se enamore siempre del mismo tipo de tipos. La vieja Irma de Sueldos dice que a usted lo que le importa es la apariencia, que quiere disimular su incapacidad de amar con hombres que usted considera supermanes pero que en realidad son unos pobres clarkenes, que lo único que sabe hacer bien es el marketing de hacernos creer que tiene un diamante en bruto. Pero yo creo que usted también sufre por eso, inclusive seguramente le gustaría encontrar alguien como yo, pero no puede, no le sale.
La flaca Noelia a pesar de ser cadeta y muy jovencita la tiene re clara, dice que a usted los hombres no le miran el corazón sino esos pechos primaverales que heredó de su mamá, ella sostiene que su problema mide catorce centímetros que son los que separan la teta izquierda del corazón. Yo lo dudo, su simpatía puede llegar a enamorar aun a la figurita más difícil, pasa que cuando usted está frente a ese figurón se convierte en una persona rara, pasa de la chispa a la ceniza con total facilidad y todos sus atributos se convierten en obstáculos. Y a esta altura no es ningún secreto que las personas sumisas no calientan a nadie.
El Negro Colibrí sostiene que usted acomoda su realidad como más le conviene, que defiende lo indefendible y que justifica lo injustificable. ¿Sabe qué dice? Que no le da la nafta para estar con nadie, que usted lo único que quiere es salvarse de algo. Le juro, cuando dice eso me agarra la desesperación porque no logro saber de qué querría salvarse, porque si lo supiera no dudaría en salir a rescatarla.
Google dice que la mujer que siempre elige el mismo perfil de hombre todavía no resolvió la relación con su padre; ya sea por buena o por mala. Si tiene una buena relación le será difícil encontrar un hombre que supere a ese ideal y si el vínculo es o fue un desastre la tendencia es repetir esa forma aprehendida de relacionarse. Yo no sé si es tan así. A mí lo que no me entra en la cabeza es porqué un hombre bueno no califica para que usted se enamore, porqué busca la perfección en la apariencia. ¿Acaso usted no sabe que a la belleza uno se acostumbra? Para mí “lo lindo” es un cubito y “lo amoroso” es el agua.
Le pido un favor, deje de enamorarse para los demás, desarticule esa fantasía que todo el mundo la está mirando. Deje de asociar desinterés con deseo. No crea lo que el espejo le muestra, todos somos expertos domesticadores de nuestra propia imagen… vemos lo que queremos ver. Escúcheme, usted tiene que desear cuando la desean, no cuando la ningunean. El romanticismo está peleado con el tiempo, es solo un ticket para habitar el espacio. El amor no es un trofeo, el premio es la felicidad que genera lo que uno construye. El amor, como los goles, no se merecen, se construyen. Piense que las parejas amorosas se forman con buenas personas. Eso, usted tiene que buscar a una buena persona y no un “guaresnei”, ¿de qué le sirve? Si después anda llorando por los rincones saltando de cuerpo en cuerpo como una coleccionista insatisfecha. Va a terminar perdiendo todas las esperanzas en el amor, raje de los manipuladores que le prometen una cosa y después terminan evaporándose. Explíqueme por qué no la seduce un tipo tan simple como yo, que sólo tiene para ofrecerle pasear los fines de semana al aire libre, leer un librito en el delta, un asado algún domingo, pasear con los sobrinos de cuando en vez, mirar una película y contarnos que nos parece. ¿O usted cree que los supermanes nunca se caen del caballo?
Con afecto,
Estévez, de Liquidaciones.
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