Por: Fabio Lacolla
El término “cariño” suele utilizarse en aquellos vínculos que lograron un acostumbramiento tal que pueden funcionar en automático por muchos años, tenerse cariño es un modo de decir que la curva de Gauss es una línea recta y que ya quedaron atrás los sobresaltos, las dudas y las incertidumbres. Te acostumbrás a estar con el otro y el modo de relacionarte, ya está lo suficientemente afianzado como para hacerlo tambalear. El tiempo es un ordenador de los vínculos amorosos, tanto para bien como para mal. Lo que tiene que ser, va a ser más allá de las inclemencias que las respectivas neurosis deparen… lo que no tiene buen destino… te explota en la mano.
Muchas parejas que aprenden a acomodarse, son como esas duplas futbolísticas que se saben de memoria, son perfectos anticipadores de los estados de ánimo y encontraron el antídoto para contrarrestar cualquier inclemencia. Saben cuando callar, cuando enojarse y en qué momento irse a tomar aire al parque. Pero claro, a medida que pasa el tiempo, el romanticismo se va poniendo viejo, porque, aunque cueste aceptarlo, el romanticismo envejece; la realidad le quita tiempo al disfrute y el día a día gana por goleada.
Hay parejas que tienen la secreta intención de reinventarse buceando en las revistas del corazón las indicaciones precisas para saber hacerlo. Prueban con escenas que le funcionaron a otro pero que no tienen nada que ver con el propio estilo y buscan afuera lo que seguramente está dentro de cada uno.
Uno de los mayores errores a la hora de reinventarse en la pareja es pretender hacer una remake de lo que fueron buscando en el allá y entonces cuestiones del aquí y ahora para planificar el después y cuándo. El amor es para adelante, por eso es necesario preguntarle al deseo y no a la historia. Lo que pasó, con el tiempo se va distorsionando subjetivamente y no es buen referente a la hora de despabilar de la siesta los modos habituales de vinculación.
Un vínculo se reinventa con futuro a corto plazo, no hacen falta grandes esfuerzos, todo se ubica en la delgada línea que separa al gesto del instante, esa grieta cómplice que te hace ahorrar palabras para entregarte al devenir de un guiño. Reconectar es hacer síntesis ahí donde un abrazo resuelve el dilema del tiempo y donde un silencio compartido dispara los acordes mas lindos de esa historia de amor.
Pensá que la cosa empieza a funcionar cuando cambiás el paradigma, corriéndote de la posición del pedir al lugar del dar. El amor, está como está en muchas parejas, porque la preocupación está puesta en sacarle al amor todo su jugo, cuando en realidad todo fluye cuando tenés algo para ofrecerle al amor. ¿Alguna vez pensaste que tenés para ofrecerle al amor?
Tenerse cariño es también tenerse paciencia; es ganarle la pulseada a la ansiedad usando como arma la demora, sabiendo que, el mejor colchón donde un vínculo descansa, se llama confianza.