Por: Manuel Queirolo
Fue un 16 de Octubre de 2004.
El Barca, que llegaba como único líder de de la liga española, derrotaba al Español por 1-0 con gol del portugués Deco. Corría el minuto 82 del Derby catalán cuando Frank Rijkaard decidió mover el banco y mandar a la cancha al pequeño juvenil argentino formado en La Masía.
“Leo, entra ya por Deco”, fue la indicación del técnico holandés. Aquel día, con 17 años, 3 meses y 22 días, Messi debutaba oficialmente en el primer equipo blaugrana. Fueron sólo once minutos, que apenas si le alcanzaron para tocar el balón. Nadie sospechaba que esa terminaría siendo una jornada mágica. Una noche que cambiaría para siempre el destino del Fútbol Club Barcelona.
Diez años, 21 títulos, 361 goles y 4 balones de oro después, el amor entre Leo y el Barça sigue intacto. Poco queda de aquel niño que vestía la casaca número 30, en honor a los dorsales que portaban Ronaldinho (10) y Deco (20), sus dos ídolos. Por ese entonces, ni el más optimista hincha culé podría haber imaginado que luego, bajos las órdenes de Pep Guardiola, aquella promesa de gran futbolista se transformaría en el más grande jugador de la historia de la institución y en el líder futbolístico del mejor equipo de todos los tiempos.