Por: Manuel Queirolo
Los partidos duran 90 minutos pero, a veces, se definen por jugadas específicas, en cuestión de segundos. Minuto veintidós del primer tiempo. El Barcelona, que acaba de sobrevivir casi milagrosamente la embestida del Madrid, sigue arriba 1-0 gracias a un lindo gol de Neymar. Contraataque para los visitantes. Luis Suárez, quien hacía su debut oficial con la camiseta del conjunto culé, desborda por derecha y mete un centro-pase gol para Messi. “Ya está”, debe haber pensado más de uno en el Santiago Bernabeu durante esa fracción de segundo que le llevó a Lio armar su disparo. “Gol del 10, record y chance concreta de baile”. Pero no, el zurdazo del crack argentino, ingresando sólo por el centro del área, fue increíblemente desviado al corner por Iker Casillas. Messi deberá esperar al menos una semana más para superar la marca goleadora del mítico Zarra.
Los blaugranas perdonaron y Cristiano Ronaldo y compañía sonrieron agradecidos. La visita tuvo en su máxima figura la chance concreta de liquidar el encuentro, pero Leo falló lo que casi nunca falla y el puntero de la Liga dejó vivo a un rival que, una vez que se enchufa, es imparable para cualquiera. Y así fue nomas. El penal tonto de Piqué, de pésimo partido más allá de la mano que derivo en el empate parcial de Ronaldo desde los doce pasos, fue el comienzo del fin.
A partir de allí todo fue para los locales. Con Isco y James Rodríguez desequilibrando por las bandas, Modric y Kroos manejando la pelota como Xavi e Iniesta solían hacerlo en los clásicos hace no tanto tiempo atrás, y la constante amenaza que representan CR7 y Benzema, el Madrid se sintió mucho mas cómodo y el partido se hizo cuesta arriba para los dirigidos por Luis Enrique. El segundo gol Merengue, tras un buen cabezazo de Pepe ni bien comenzada la segunda etapa, terminó de plantear el peor escenario posible para los catalanes: Tenían la obligación de ir a buscar, aun sin demasiadas ideas, a riesgo de perder la pelota en tres cuartos de cancha y quedar totalmente desprotegidos frente a las letales contras de los rápidos y talentosos delanteros madridistas.
Lo cierto es que el Barça nunca estuvo cerca del empate. Con Messi y Neymar desenchufados, poco movimiento de pelota y cierta falta de fibra para disputar las pelotas divididas, un equipo que cuenta entre sus filas con Xavi, Iniesta, Suárez, Neymar y Messi, terminó dependiendo de las estériles subidas de Mathieu por izquierda y de los centros sin sentido de Dani Alves por derecha. Daba la sensación de que el tercer gol del Madrid llegaría antes de que el segundo tanto blaugrana. Benzema, asistido por James tras una contra que nació de un mal pase de Iniesta, fue el encargado de materializar en el resultado esa sensación de superioridad que se percibía en el terreno de juego. Finalmente fueron tres goles, pero podrían haber caído varios más.
El Derby español prometía ser un duelo de estilos futbolísticos entre dos de los mejores equipos del mundo. Y vaya si lo ha sido. Dos maneras decididamente opuestas de jugar un mismo deporte. El Real Madrid fue rápido, directo, contundente, no necesitó la posesión del balón para generar opciones y logró, en sólo tres o cuatro toques, poner un jugador frente al arco rival. El Barcelona, por su parte, se mostró mucho más pesado, sin explosión, exageradamente estático. Por largos momentos pecó de previsible y careció del cambio de ritmo necesario para doblegar una defensa tan bien planteada como la del Madrid. Todo esto, sumado a algunas imprecisiones en las salidas que agarraban al equipo mal parado, sirve para explicar y ayuda a entender el 3-1 final a favor de los blancos.
Con esta derrota, el Barça pierde el invicto que llevaba esta temporada en liga. Además, concluye la racha de ocho partidos consecutivos sin recibir goles que ostentaba el arquero chileno Claudio Bravo. Los catalanes siguen en lo más alto de la tabla de posiciones, pero la distancia entre los dos gigantes del fútbol español, que llegó a ser de seis puntos, ahora es tan solo de uno.