España 1982: El Mundial de las Malvinas

#Mundialistas

En la decimosegunda edición de la Copa del Mundo se vivió un hecho muy particular. Mientras en Europa se disputaba el torneo internacional más importante, en el Atlántico Sur se establecía una de las guerras más absurdas que jamás antes se haya visto. Cuando los jerarcas de la dictadura militar argentina decidieron invadir las Islas Malvinas, Gran Bretaña demostró todo su poderío bélico respondiendo con el hundimiento del crucero General Belgrano. En el resto del globo se exigió que las naciones involucradas en el conflicto no participen del campeonato, y el ex jugador Alfredo Di Stéfano, había dicho desde Madrid que “no es lógico que mientras unos se juegan la vida en las Malvinas, otros participen del Mundial para divertir a la gente”. En aquella época se priorizó el espectáculo deportivo por encima de los 904 muertos y más de 2.000 heridos que dejó la guerra.

Festejos

Mientras en Buenos Aires el Papa Juan Pablo II pedía resignación ante lo inevitable, en el Camp Nou de Barcelona,  el equipo de César Luis Menotti protagonizó el partido inaugural en la caída ante Bélgica por 1 a 0. Un día después, las fuerzas de Galtieri se rindieron en Puerto Argentino, lo que provocó su caída y le abrió la puerta de la Casa Rosada a Reynaldo Bignone, último presidente de facto, hasta el regreso a la democracia. En tanto, el gobierno británico había censurado la televisación de aquel partido, al igual que ocurrió con los canales 2 y 11 de Argentina, que luego de promocionar el duelo de Inglaterra ante Francia, se transmitió Alemania – Argelia.

En cuanto al esquema del certamen se realizaron varias modificaciones: el principal fue el aumento de 16 a 24 participantes, divididos en 6 grupos. Los 2 primeros de cada uno, pasó a una siguiente instancia de 4 zonas compuestas por 3 selecciones. Así, los mejores de cada una se clasificaron a las semifinales, fase en la que se instauró por primera vez la definición desde el punto del penal, para los encuentros que concluyan empatados.

Afiche

Los máximos candidatos al título eran Brasil y Francia. Los sudamericanos contaban con líderes de buen pie como Sócrates, Zico o Falcao. Los europeos, en cambio, tenían a uno de los jugadores más vistosos de la historia: Michel Platini. Sin embargo, fue Italia el elenco que logró consagrarse en tierras ibéricas. Sin brillo, pero con mucha experiencia, los conducidos por Enzo Bearzot fueron de menor a mayor, hasta alcanzar la cima de la Copa del Mundo.

La sólida defensa, junto al notable arquero y capitán Dino Zoff, significaban una garantía para la valla italiana. Pero la máxima figura del equipo fue sin dudas Paolo Rossi. El goleador no iba a intervenir de la cita mundialista porque había sido hallado culpable en 1980 por el arreglo de partidos a pedido de la mafia, que controlaba el negocio de las apuestas ilegales. Por tal motivo, el delantero del Peruggia estuvo dos años suspendido y su sanción expiró unos meses antes del Mundial. Sin estar en plena condición física y pese a la falta de ritmo futbolístico, el entrenador decidió convocar a “Pabito” para ser parte del once inicial. Si bien en la primera ronda, el atacante mostró un nivel por debajo de lo esperado, generando fuertes críticas de la prensa hacia él y su técnico, en la segunda fase Paolo Rossi le marcó un hattrick al poderoso Brasil y dos a Polonia en las semifinales. Sus goles fueron los que llevaron a Italia a la final ante Alemania, donde también anotó un tanto. La conquista italiana no fue para nada injusta, ya que el conjunto de Enzo Bearzot tuvo que dejar en el camino a tres campeones del mundo para alzar la Copa. Como los grandes equipos, la “Azzurra” salió de la dificultad y terminó con un festejo bien grande.