Tu tiempo es hoy

#TodasMisPalabras

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La vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que esté bien narrada.
Séneca

Mi primera nota y la sincronicidad deben llevarse bien, porque esta película llegó a mí en el momento exacto. Me sorprendió un sábado de invierno, a fines de junio. Fue un sábado frío de estrellas protagonistas (como si el universo tuviera ganas de hacerle honor al título de la película).

Bajo la misma estrella (o The Fault in Our Stars, su título original) es como una caricia aérea de tacto indeleble; una película bien lograda, que se queda con uno aún después de haber dejado la sala. Su guión se encuentra plagado de frases memorables que desprenden de la novela de John Green con el mismo nombre. Por lo tanto, antes de empezar a escribir, tuve que elegir la dirección del post: analizarla de forma objetiva, contemplando el guión y comparándolo con su versión literaria; o desglosar la película desde mi subjetividad.

Entonces me di cuenta de que así como siempre escribo desde el corazón, entregando en mis palabras todo lo que siento, la decisión ya había sido tomada de antemano: será desde el lado subjetivo, desde adentro, desde el corazón. Y así serán las próximas notas, porque para mí el cine y la música no son sólo géneros o formas de pasar el tiempo, sino que son lazos, lazos que nos permiten conectar desde otro lugar.

Considerando esto, empecemos:

Bajo la misma estrella nos cuenta la historia de Hazel Grace Lancaster, interpretada en forma impecable por Shailene Woodley. Hazel es una jóven de 16 años, con un cuadro avanzado de cáncer de tiroides que arrasó con su capacidad respiratoria. Es una sobreviviente que sigue de pie por acción de un fármaco que disminuyó el avance de su enfermedad, y logra respirar gracias a la ayuda de un “tercer pulmón”: una bomba móvil que debe trasladar consigo de forma constante.
Hazel hace de su soledad un refugio funcional, y utiliza su aislamiento como clave para minimizar los daños; se considera una granada que prefiere implosionar para cuidar de los demás.

De la vereda de enfrente, encontramos el personaje de Ansel Elgort, Augustus Waters. Augustus tiene 1 año más que Hazel, y elije cuidar de su entorno desde la extroversión, espontaneidad y el sentido del humor. Como sobreviviente de un cuadro de cáncer que tomó parte de su pierna derecha, y sin nuevas señales de enfermedad hasta el momento, el gran temor de Gus es el olvido y la no-oportunidad de dejar su huella en el mundo. Es por eso que sostiene su optimismo como un estandarte; prefiere florecer de afuera hacia adentro para contagiar optimismo a los demás.

Hasta ahora parecerían más bien distintos, si no fuera por el hecho de que tienen algo en común: el cáncer. Es así como estos dos micro-mundos convergen en un grupo de apoyo, dando comienzo a una historia también escrita con el corazón. Desde sus primeras miradas, ambos dejan en claro su atracción y complicidad. Y este juego de miradas inicial es justamente su primer desafío compartido; el primer macro-desafío para dos jóvenes acostumbrados a desafiar al tiempo.

Su relación comienza a desenvolverse ante nuestros ojos como un intercambio: un intercambio literario, un intercambio de metáforas, de experiencias; un intercambio de energías, donde se entrelazan citas exquisitas como: “El dolor demanda ser sentido“, o “Donde hay esperanza, hay vida. Piensa en la belleza de todo lo que te rodea y sé feliz“.

Y es en este punto en el que elijo detener mi descripción del guión, porque me gustaría que esta nota actúe de incentivo para ver esta película. Es también en este punto en el que empiezo a desenvolverme para ustedes, porque es nuestra primera nota, y porque quizás no estaría escribiéndoles si no hubiera pasado por todo lo que pasé. Podría enumerar varias razones objetivas para verla, pero entonces estaría escribiendo desde el hemisferio izquierdo, y les prometí corazón.

Tengo 27 años y en menos de 4 años perdí a mi mamá y mi papá, ambos víctimas de cáncer avanzado. Por lo tanto, sería imposible escribir sobre Bajo la misma estrella, su argumento, y su mensaje, sin imprimir un sello personal. Porque al leerla entre líneas, diluvió el romanticismo por mis ojos; pero no me refiero al romanticismo convencional, sino al romanticismo-metáfora que existe entre nosotros y la vida.

Hace unos días escribí en mi cuaderno: “Y la vida… La vida no espera. Mejor no quedarse dormido…” Ya sea en personajes ficcionales como Hazel y Augustus, o en personas que ahora son parte de mi cielo, el mensaje es el mismo: Tu tiempo es hoy (y cito a Spinetta porque es parte de mi infancia, pero dejemos eso para otra nota).

En mi diccionario, la palabra cáncer es sinónimo de despertar; un despertar a todo el espectro que configura el sabor de la vida: el gusto de la cotidianidad, el gusto de la calidez de los que nos rodean; el gusto de los saludos por teléfono, el gusto de que se cierren los ojos mientras nos dan un abrazo; el gusto de los platos de entre casa,  el gusto de las canciones que se impregnan en la piel, y hasta el gusto del dolor (porque el dolor demanda ser sentido, y es un proceso natural).

Por eso estoy en este espacio. Porque con mis palabras, todas mis palabras, busco contagiar optimismo y pasión, y porque estas palabras son sobrevivientes, como los protagonistas de la historia. Estas palabras atravesaron la tormenta de arena de dos estadios de cáncer, y salieron a mi encuentro para abrirme los ojos: “Abre tus ojos, que el mundo está aquí, para dar…

Entonces, cuando volví del cine, busqué mi cuaderno y anoté una reflexión para conmigo, un intra-diálogo:
- Somos instantes
- ¿Entonces?
- Entonces, mejor hacer que nuestro instante valga la pena. ¿Okay?
- Okay.

… Porque después de todo, decir Okay también es una promesa, y así es como intento hacer valer mi instante: escribiendo.

“Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tu no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa si quedara clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.”
Haruki Murakami – Kafka en la orilla

Book

Los invito a dejar sus comentarios:

¿Vieron la película y/o leyeron el libro?

¿Qué sensación/es provocó esta historia en ustedes?

¿Qué películas se “quedaron con ustedes”?

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Les dejo el video de una de las canciones incluidas en el soundtrack, que también es una de mis canciones en loop y el complemento ideal para esta nota:

Bienvenidos. Siéntanse como en casa…