Por: Sol Iametti
“Todos los cambios, aun los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía.”
- Anatole France
“Cuentan que construyeron la vía ferrea de los Alpes entre Viena y Venecia antes de que existiera un tren que pudiera realizar el trayecto, aún así lo construyeron, porque sabían que algún día llegaría el tren. Si hubiera tomado otro desvío, ahora estaría en otra parte, sería una persona distinta.” – dice una frase de Bajo el sol de Toscana.
Hoy no puedo evitar llegar a la conclusión de que la vida es un manojo de desvíos y elecciones, cómo decía en la nota del sábado pasado. Hace más de un año que encontré mi Norte de Papel; elegí (re)encontrarme en las palabras después del cáncer, los hospitales y la palabra Hija, post-2013, pronunciada por el viento.
“Quiero que sientan lo que siento“ – dice una frase de Sonrei. Ésta fue mi premisa para escribir el libro; que pudieran cerrar los ojos después de cada capítulo y ver todo lo que vi; que logren escuchar el secreto que las ciudades me confiaron al oído. Algunas con voz dulce, otras con palabras filosas que derrocaron mis prejuicios, pero secretos al fin.
Podría haber guardado los secretos en un cofre, junto con mi experiencia de los duelos en secuela y la pasión por la escritura que databa desde chica… pero no. Algo en mí hizo que confiara en el camino, mi camino: ayudar a través de las palabras. Ayudar a construir sueños, ayudar a confiar en que, si hay corazón de por medio, todo se puede. Ayudar a encontrar el pulso, la forma de respirar cuando deviene el temporal.
Así viajo. En mi mochila cargo dos duelos vitales, el susurro de 16 ciudades, una elección y un desvío radical; dos muertes que dieron nacimiento a un libro. Así viajo, llevando el corazón a la intemperie, a dónde sea que vaya, porque no conozco otra manera de viajar.
Y si vida y viaje son sinónimos, entonces este video me parece la conclusión ideal para esta nota.
Papá, Mamá: nos vemos en el último latido.
Gracias por leer…
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“Las lágrimas caen por tu rostro.
Te prometo que aprenderé de mis errores.
Las lágrimas caen por tu rostro
Y yo…”