Por: Mariana Lorenzo
Karma = acción. Palabra fuerte. Solemos utilizarla cuando vemos que una persona que en otro momento hizo daño, recibe de otros lo mismo que dio.
Pero Karma es más que eso. Es una Ley de retribución cósmica que no aplica sólo a las acciones, sino también a palabras y pensamientos. Paga el bien y cobra el mal en igual medida. Para aquellos que creen en la reencarnación, el Karma determina las condiciones de nacimiento en la próxima vida. En este momento, estoy leyendo un libro titulado Inmortalidad. A la luz de nuestras vidas pasadas, de Amalia Estévez, psicóloga egresada de la Universidad de Buenos Aires, que explica los escalones por los que nuestra alma va transitando a través de las vidas y lo que se ha aprendido en cada una de ellas. El resultado de nuestras acciones en el presente condiciona nuestro futuro.
Algo que me encanta de este librito es que toca la temática del Karma como herramienta para aprender y evolucionar, y no como si fuera una paliza cósmica que merecemos por actuar como idiotas, o una venganza del Universo que viene de la mano de un Dios castigador.
“Si lo que siembra en esa vida es adecuado, nacerá redobladamente adecuado en la próxima. Si comienza a sembrar escepticismo, irá dejando él mismo de creer en su función. Si siembra horrores, nacerá y vivirá entre horrores un lapso que no será menor al de los horrores que hizo padecer. Si siembra conocimiento, el conocimiento florecerá en esa vida y en las próximas. Si lo que siembra es servicio, el servicio volverá multiplicado a su vida colmándolo de abundancia, alegría y “despiertitud” creciente, y ubicándolo en un halagüeño lugar en sus próximas vidas, un tiempo y un espacio donde se abrirán las relaciones y las aventuras como frutos en sazón, todas ellas ayudándole a ampliar más y más la consciencia.”
Osea que no sólo cultivamos lo que hemos sembrado en otras vidas, sino que, a su vez, cultivamos también lo que vamos sembrando en esta. Si hago daño a otros, alguien más me dañará a mí, o ese daño se cobrará bajo alguna otra forma. Si hago el bien a otros, ese bien volverá en relaciones sanas, que me hagan crecer como persona, o quizás se materializará en otras bendiciones. Por eso hay que mantener, regar y transmitir también los pensamientos limpios y positivos. Porque los pensamientos son vibración que se transmite. Como cuando hacemos una onda en el agua quieta. Que nuestra palabra lleve verdad y alegría a otros.
¿Pero qué podemos aprender del Karma?, ¿cómo utilizarlo adecuadamente para poder evolucionar? En vez de quedarnos, como criaturas, haciendo pucherito frente a los problemas, tristezas, carencias o frustraciones, echemos un vistazo al acontecimiento y busquemos qué podemos aprender de eso para realizar los ajustes necesarios que nos encaucen nuevamente.
“El Karma obra en todo este trayecto como un exacto mecánico orientador de nuestra vida. Nos va mostrando, por los efectos, si las acciones anteriores nos van acercando al cumplimiento de la función para la que nacimos. Si es así, nos hace sentir gratificación, plenitud, alegría y un potente impulso evolutivo. Cuando, en cambio, nos desviamos del camino de nuestra función, del pedacito peculiar de verdad que está inscripta en nuestro interior para que la vayamos desenvolviendo, entonces nos hace sentir pena, carencia, desgracia, miedo, frustración, aislamiento. Con simpleza y claridad, la ley de causa y efecto nos muestra aquí que ese no es el camino adecuado para llegar a ser quienes somos. Y que hay un cambio urgente para hacer, un cambio de rumbo necesario para volver a encontrarnos con nosotros mismos.”
Karma Yoga es unión a través de la acción. Unión con Dios, con el nombre que sea que lo reconozcan, a través de la acción desinteresada, sin ninguna idea de recompensa. El Bhagavad Guita, escritura sagrada del hinduismo, dice: “Karma Yoga es la devoción desinteresada de todas las actividades, tanto internas como externas, como sacrificio al Señor, de todas las obras ofrecidas al eterno, como Maestro de todas las energías y austeridad del alma”.
Se dice que el Maestro Mahatma Gandhi fue un claro ejemplo de Karma Yoga. No es lo que se hace, lo que cuenta, sino la razón detrás de esa acción. Swami Sivananda, Maestro espiritual y Yogi, dice: “El Hombre generalmente planea conseguir frutos de su trabajo antes de comenzar cualquier clase de trabajo. La mente está tan estructurada que no puede pensar en ninguna clase de trabajo sin remuneración o recompensa. Un hombre soberbio no puede hacer ningún servicio. Él sopesará el trabajo y el dinero en una balanza. El Servicio Desinteresado es desconocido para él”
Los motivos detrás de las acciones también determinan el tipo de “paga” o “recompensa” que volverá a nosotros. Siendo conscientes de esta herramienta, saquémosle provecho para aportar un granito de arena a nuestra evolución. En vez de estancarnos en el ¿por qué a mi?, transmutémoslo en el ¿para qué a mí?, y aprendamos de eso.
“Incluso los encuentros casuales son el resultado del karma. Todo en nuestra vida está destinado por nuestras vidas pasadas. Incluso en los eventos más pequeños, no existe tal cosa como la coincidencia.” Haruki Murakami
Importante: Todas las asanas deben aprenderse con la guía de un Instructor calificado.