El difícil arte de ser Humano

#YogaParaMortales

Últimamente me pesa la humanidad. Leí por ahí que es por una reconfiguración energética que está transitando el planeta, lo que a la luz de la cantidad de desastres naturales que estamos viviendo tiene su lógica. El planeta se queja del maltrato recibido durante miles de años y todo impacta en nosotros mismos. Si Gaia quisiera, nos borraría en un suspiro.

Leí que algunos de los síntomas de esta reconfiguración energética en el ser humano son fatiga extrema, desorientación, despersonalización, desánimo, irritabilidad, aislamiento, ansiedad, miedo y tristeza. Somos un puñado de emociones hechas persona. ¿No tienen la sensación de ser un universo de emociones atrapadas en el cuerpo que habitan?

La manera más sana de pasar por todo este caos emocional es practicar meditación, yoga, pranayama y cualquier actividad que estabilice la mente. En el camino de incorporar conocimiento que haga más fácil la transición, me sucede que mientras estoy leyendo, no logro comprender o identificar los procesos mentales. O hasta se crea una discusión interna entre lo que trato de aprender y lo que vivo.

Los cinco preceptos básicos del budismo –no matar, no robar, no mentir, abstenerse de una conducta sexual que resulte perjudicial para los demás o para uno mismo y no enturbiar nuestra mente con productos intoxicantes– tienen coincidencias con los yamas y niyamas del Ashtanga Vinyasa Yoga que tiene base en los Yoga Sutras de Patanjali y, a su vez, coinciden también con los mandamientos del Cristianismo, los pilares del Islam y el decálogo del Judaísmo.

Pero más allá de las coincidencias entre religiones y disciplinas de la humanidad, lo que a simple vista no me cuesta encontrar, está la dificultad de comprender realmente lo que expresan los textos sagrados en general. Hay algunos puntos que serán más fáciles que otros, pero de esos puntos surgen otros que chocan con la realidad humana.

Ayer leía el capítulo ocho de Vipassana, El camino para la meditación interior, que trata de la libertad de la renuncia.

“Es importante comprender lo que significa la renuncia porque ésta, en realidad, constituye la esencia misma de la práctica. Hay que decir, en primer lugar, que no debemos confundir a la renuncia con la represión o la evitación. La renuncia no supone que debamos eludir o negar la presencia de algo y tampoco implica que tengamos que establecer ningún tipo de valoración ni de rechazo hacia determinados aspectos de nuestra experiencia. Porque, cuando intentamos reprimir o evitar ciertos aspectos de nosotros mismos, la ignorancia sobre lo que realmente está ocurriendo sólo nos aportará más tensión y sufrimiento. El auténtico objetivo de la renuncia es el permitirnos permanecer abiertos a todo lo que ocurre manteniendo, al mismo tiempo, la discriminación necesaria como para no alienarnos ni perdernos en eso. La sabiduría y la conciencia nos permiten comprender cuáles son las actividades correctas que fomentan nuestra felicidad y aumentan nuestra comprensión y cuáles, por el contrario, son aquellas que sólo nos reportan más conflicto y sufrimiento. La renuncia pues, desde este punto de vista, es una capacidad que nos permite discernir entre las diferentes alternativas y mantener, al mismo tiempo, la energía y la serenidad mental que se requieren para perseguir el objetivo propuesto”.

¿Alguien más tiene la sensación de estar leyendo chino mandarín? Traducido al idioma mortal, sería algo así como decirle no al cuarto de helado de dulce de leche granizado y chocolate con pasas cuando estamos haciendo dieta, pero a un nivel bastante más elevado.

“La renuncia hace posible, en este sentido, que recuperemos la capacidad de relacionarnos con el deseo de una forma mucho más libre porque nos ayuda a dar un paso atrás que permite que los deseos aparezcan y se desvanezcan sin experimentar la necesidad compulsiva de tener que satisfacerlos”[…]

“La práctica de la renuncia nos permite así dejar de repetir las pautas mentales que nos limitan, nos fragmentan y restringen nuestra libertad”.

Si bien trato de comprender el concepto de renuncia, también me choca con situaciones habituales de la vida de cualquier Ser Humano.

“Estamos tan condicionados a desear más, a creer que seremos más felices cuanto más dinero, más propiedades, más honores, más fama, más poder, más sexo, etcétera, acopiamos, que acabamos sepultándonos a nosotros mismos bajo todas estas posesiones, ya sean materiales o psicológicas”.

¿Querer tener una casa propia o un trabajo bien pago es, en este caso, un error? En la escuela que es nuestro planeta nos manejamos con el sistema de trueque. Por mi trabajo me dan papelitos de colores que a su vez intercambio por comida, servicios de salud, educación, viajes y otras yerbas. Algunas veces, acceder a alguna que otra formación que nos sumará al desarrollo personal requiere tener más papelitos de colores. Por tanto, ¿sería incorrecto desear tener un mejor trabajo o más de esos papelitos con el fin de sumar conocimiento o entrenamiento mental?

No lo veo por el lado de creer que uno será más feliz cuanto más tenga, porque si uno no es feliz con lo que ya tiene, difícilmente lo será con lo que no tiene. Pero creo que la búsqueda constante de mejoras es algo propio de la existencia que transitamos. Repito, no desde el egoísmo del tener, tener, tener, sino con el fin de sumar herramientas que nos permitan crecer.

En la actualidad ir a practicar Ashtanga Vinyasa Yoga a Mysore con Sharath Jois, nieto del creador del Ashtanga Vinyasa Yoga cuesta U$S500, eso si quedás seleccionado en el filtro que realizan entre las miles de solicitudes que reciben a lo largo del año. Sumado a eso la compra del pasaje y la estadía en India. No digo que esté mal cobrar por lo que se enseña, porque al que enseña también le costó aprenderlo, repito que en este planeta vivimos con el sistema de trueque, los papelitos de colores. Sólo digo que el desear desde las ganas de sumar al crecimiento personal y el no egoísmo también es parte del Ser Humano y que, desde mi punto de vista, eso no está mal.

Creo que lo ideal sería encontrar un equilibrio en la observación de las emociones y la naturaleza humana, todo con base en el amor. Como vengo diciendo hace rato, parecería que todos estos conceptos chocaran entre sí en nuestro cerebro chiquito y limitado y, de alguna forma, tenemos que encontrar nuestro camino para salir victoriosos entre saldar karma, la misión que hemos venido a cumplir y la escarpada vida diaria. No quedará otra más que seguir poniendo en práctica todos los conocimientos que podamos absorber, mantener toda esa información fresca y actualizada. Y sobre todo tenernos mucha paciencia. Esta humanidad es como una criatura en pañales intentando aprender a caminar.

“Si confías plenamente en la enseñanza y te entregas por completo a la práctica, cualquier situación se convertirá en una buena ocasión para practicar. En tal caso, en lugar de limitarte a practicar, vivirás plenamente” – Gyalwa Karmapa

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Setu Bandhasana, última asana de la primer serie de Ashtanga Vinyasa Yoga, Yoga Chikitsa. Fortalece el cuello, que a su vez debe ser flexible para poder realizar esta postura. Tonifica zona cervical, dorsal, lumbar y sacra.

Importante: Todas las asanas deben aprenderse con la guía de un Instructor calificado.