Por: Mariana Lorenzo
Empezar algo nuevo. Mezcla de ansiedad y temor. Incertidumbre total que se nos escapa por los poros. Es como saltar en paracaídas. La adrenalina de ese instante en el que tomás valor para saltar del avión, al principio, en caída libre, despojados de todo sostén, con un mínimo control de la situación. Podremos hacer tal o cual movimiento que estabilice y direccione la caída, pero nada más.
Comenzar una actividad nueva o un proyecto siempre trae consigo una revolución emocional. El miedo a lo que será, resultado desconocido, a veces nos impide disfrutar el camino. ¿Pero qué sería de nosotros si no nos animáramos a intentar cosas nuevas? De todas formas, la incertidumbre estaría ahí, acompañándonos, preguntándose (preguntándonos) qué habría sido si… Porque, valiéndome de la redundancia, todas las posibilidades son posibles.
Escuchamos frases del tipo: “mañana empiezo la dieta” o “mañana empiezo el gimnasio”, y por algún motivo, razón o circunstancia, no se empieza la dieta ni el gimnasio, se comen el doble de carbohidratos y termina uno tirado en el sillón cual morsa al sol. ¿Qué es realmente lo que nos frena los comienzos? ¿El miedo al cambio?
Los cambios son inevitables, en ocasiones aparecen cuando menos los esperamos. Tengo la teoría de que cuando uno se tira a bacán, Dios dice: “Voy a sacudirlo pa’ que se despierte. Fue a la tierra para vivir, no para morir en vida”, y ¡zaz!, nos manda un sacudón.
Lo más difícil es empezar. Saltar la barrera del miedo disfrazado de fiaca. Pero qué genialidad seguir ese impulso. Como Seres Humanos, somos capaces de las más grandes atrocidades, pero también de los más increíbles milagros. Todas las posibilidades están ahí mismo, para manifestarlas en este plano.
En Yoga pensamos que alguna asana en particular es simplemente imposible de lograr, es más, suele ser la idea general que se tiene del Ashtanga Vinyasa Yoga, que es muy difícil, que no soy tan flexible, etc. Y en realidad el obstáculo real está en comenzar la práctica. Como se pueda. Quizás hoy nuestras posturas estén lejísimos de la perfección, pero ahí mismo se produce el nacimiento del comienzo perfecto, big bang energético, porque nos animamos a dar ese paso fundamental, el primero.
Cuando comenzamos a dar clases como Instructores nos abruma la responsabilidad que tenemos de cuidar a nuestros alumnos. Ser Instructor es un compromiso y un honor. Los primeros pasos son dados con vacilación y llenos de dudas, como un bebé cuando aprende a caminar. Pero un paso da el envión para el siguiente y ese para otro más y así se va aprendiendo, el alumno del Profe, el profe del alumno. La sensación es similar a cuando uno es padre/madre. Allí está ese capullito energético, confiando en nosotros, confiándonos todo su Ser. Somos creadores contantes de milagros.
Hoy es momento de comenzar para, como decía Walt Disney, estar donde queremos estar mañana. Cuando uno cuenta alguna situación que aparentemente no tiene otra posibilidad de ser, suele terminar la frase diciendo: “En fin”… y yo siempre agrego: o en principio.
“Todo comienzo tiene su encanto.” Johann Wolfgang Goethe
Importante: Todas las asanas deben aprenderse con la guía de un Instructor calificado.