37. Las 4 fases del amor. Hoy: 1. El amor narcisista

#AmoresTóxicos

Llegaron los fascículos a los amores tóxicos. Las cuatro fases del amor remiten a la idea de proceso, es decir, un tránsito lento por el tiempo y el espacio. Cuando el amor llega de una, y se queda para siempre, puede llegar a ser un amor tramposo y su composición contiene más de resignación que de plenitud. A veces uno se queda con lo malo conocido por miedo a que lo novedoso se torne siniestro, la seguridad vincular suele ser, en ocasiones, un cactus.

El amor es devenir, y el devenir es un cambio que se produce en el tiempo, lo que es ahora, pronto dejará de serlo y pasará a ser otra cosa. El presente siempre es efímero e instantáneo mientras que el devenir no es más que un proceso. Por eso, la idea de ser es una fijeza y la de devenir un cambio que evoluciona.

En los próximos cuatro post vamos a ir desarrollando lo que entendemos por las cuatro fases del amor, ellas son:

1. El amor narcisista

2. El amor revanchista

3. El amor coleccionista

4. El amor realista

1. El amor narcisista

Básicamente es el amor lo más parecido a un amor adolescente, ese que se viste de ingenuidad para descubrir, como algo maravilloso, la idea romántica del amor. Es la búsqueda de uno mismo en el otro. Misma música, mismas costumbres, códigos compartidos y consonancias idealistas. Una ilusión a puro riesgo. Todo te emociona: la entrada del cine que pincharon en el corcho de tu pieza, las medias que se olvidó en tu casa o ese olorcito que se quedó en la almohada y que no se irá hasta la nochecita.

Al principio la coincidencia gobierna el estado de enamoramiento, hay una especie de encantamiento al descubrir que el otro piensa muy parecido a lo que yo pienso, vibramos en el mismo concierto y estamos convencidos de que el hambre es un crimen. Intercambiamos remeras y alguna que otra actividad nos encuentra juntos. Odiamos a la par las injusticias que la sociedad nos ofrece y somos militantes de algo.

Todo funciona mientras las diferencias no afloren. Mientras coincidamos dónde ir y con quién estar… todo bien, ahora, cuando uno empieza incipientemente a diferenciarse del otro aparecen los problemas.

El amor narcisista no tolera diferencias, es como salir con un espejo. Frente al espejo uno domestica su imagen y traslada esa intención a la figura del otro. Por eso, es el amor más idealista y doloroso que hay. La ausencia del otro se parece a la mutación de un miembro. Es la ruptura que más se sufre porque sentís que el otro, con su ausencia, desgarra una esperanza. Te sumerge en las cavernas de la soledad donde sólo hay barullos y ecos que te recuerdan todo el tiempo que la vida tiene sus injurias.

Dibujo Original de Juan José Surace. www.jjsurace.com

En la ruptura del amor narcisista entendés por primera vez eso de que “uno siempre está solo”. Acuden a vos los sentimientos más dolorosos que puedas tener: el desamparo y el abandono. Desamparo porque no encontrás en nadie el mismo eco de complicidad, no hay miradas que sostengan tu deseo y todo lo que se busca queda oculto por la desesperación. Abandono porque el otro se las pica más allá de tu intención de retenerlo. Se va así, como si nada. Se va sin siquiera darse vuelta, convirtiéndose en un fantasma que no sabrá de tus temblores ni de tus noches de insomnio.

Y ahí arranca la novela, primero te quedas con lo mejor y despejas todo lo feo para poder sufrir como corresponde; luego de un tiempito le haces lugar a la bronca y encanutás lo bello de la relación para que irrumpa toda la furia como un Copahue a punto caramelo.

El amor narcisista es puro peaje, gracias a él iniciás el camino que te llevará a conocer a Cortázar, Joaquín Sabina y Alejandra Pizarnik aunque… puede fallar y tal vez te topes con un disquito del amigo guatemalteco.

C.C.C.R (Critiquen, comenten, compartan y recomienden)