Por: Fabio Lacolla
La liquidez se puso de moda. Contra lo sólido, todo se desvanece en la postmodernidad, la fugacidad define el modo de relacionarse y los pensadores piensan cuál es la mejor manera de pensar la “cosa en sí”. Lo líquido aprovecha las grietas, se mete por los intersticios donde no es tan fácil llegar y te invade más allá de tus voluntades. La potencia de lo líquido puede llegar a liquidarte, porque todo lo que creés atrapar de inmediato se fuga por las hendiduras de tus dedos o por las rendijas de tu corazón.
Amor líquido es un concepto pensado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que habla sobre la fragilidad de los vínculos humanos, situándose en las relaciones vinculares de la postmodernidad caracterizadas por la falta de “solidez, calidez y por una tendencia a ser cada vez más fugaces, superficiales, etéreas y con menor compromiso”.
Para desarrollar este concepto se apoya en la fuerte tendencia que hay hacia el individualismo y la falta de solidaridad. Explica que el consumismo hace que las personas se vean cada vez más como mercancías para satisfacer alguna necesidad, y que el amor se va transformando en una suerte de consumo mutuo guiado por la “racionalidad economicista donde la ética económica invade las relaciones personales”. Para Bauman los vínculos afectivos estables son una hipoteca que poca gente está dispuesta a asumir ya que las nuevas generaciones están atravesadas por un eterno presente de la mano de la cultura del use y tire. Para el polaco, irse a vivir juntos no tiene la misma implicancia que en el siglo pasado, son intenciones modestas, sin promesas y para nada solemnes, por lo tanto al pedir menos la hipoteca es menor.
El concepto de Amor Líquido hace diferencias entre relaciones y conexiones. Mientras las relaciones necesitan de profundidad e implicación, la conexión es más independiente ya que vos decidís cuándo y cómo conectarte. Las relaciones virtuales están provistas de la tecla suprimir y los spam te protegen de las densas consecuencias de la interacción en profundidad.
De la otra vereda, Bauman tiene fuertes críticas al concepto y muchos lo llaman irónicamente ensayismo líquido considerando a los ensayos postmodernos una forma de pensamiento débil. Desde los estudios de género se ha criticado al concepto por no ser lo suficientemente analítico. En este sentido autores como Matamoros sostienen que tradicionalmente las mujeres amaban sólido mientras que los hombres amaban líquido. Por ello propone replantear las tesis de Bauman en términos de ¿por qué ahora las mujeres también aman líquido? Una posible respuesta sería que una premisa para poder amar líquido es el tener una independencia personal tal, que pueda llevar a plantearte al amor como una amenaza a esta. “El sistema patriarcal ha provocado que, mientras que históricamente los hombres pudiesen conceptualizar así las relaciones, para las mujeres esto solo haya sido posible en las últimas décadas”.
Y yo que hago con mi amor:
Cómo decirte en pocas palabras la felicidad que me genera estar con vos. Quiero estar así para toda la vida. Antes que llegaras a ocupar mis días, mi independencia y mi libertad estaban a la deriva, y eso me angustiaba mucho. Lo que más me gusta de vos es que consideras a la libertad y a la independencia un derecho del que todos debemos hacer uso. Me dejás ser y yo aprovecho eso para fortalecerme y devolverte en forma de corazón lo que me ofrecés en forma de ideología. Estoy para vos como vos estás para mi y nada me enamora más que caminar por la calle junto a vos. Lo líquido te llena la panza pero no te alimenta. ¿Quién dijo que lo efímero es más cool? Estoy harto de escuchar a los solitarios de los bares que no necesitan a nadie y que creen que pegaron la vuelta. Yo te necesito porque me ayudás a ser libre. Y también quiero que vos lo seas. En tu libertad descanso y eso me hace permanecer.
Tengo el deseo de permanecer en tu libertad. ¿Acaso no será eso el amor?