113. La paciencia en el amor

#AmoresTóxicos

El cine y el amor

La mayoría de las películas terminan donde deberían empezar. Te muestran el enredo, los obstáculos y los malos entendidos, pero cuando llega la parte más jugosa, más difícil, más desconocida, se termina la película. Salvo en la saga de “Antes del amanecer” de Linklater que arranca en 1995 y termina en el 2013, la mayoría de las películas se terminan en lo mejor. La secuela de una historia de amor que empieza en la pantalla, termina siendo una invención de tu propia neurosis.

reloj arenaEl amor como estación

Al amor hay que saber esperarlo, no es un tren al que hay que subirse, sino una estación donde llegar. Muchos creen que del amor se parte… pero no; al amor se llega. Es la misma diferencia que hay entre comprar en cuotas sin dinero a ahorrar. Mientras que en un caso, sin nada, se accede a todo, en el otro, con poco, se llega a mucho. La inmediatez es la desgracia del amor. Un vínculo amoroso es un proceso, una construcción que va tomando forma con el correr de los días.

El amor bulímico

Vínculo que se atraca, relación que se vomita. El tiempo es la digestión del amor y la paciencia el eructo que descomprime. Toda compulsión amorosa, por un motivo u otro, termina en el inodoro. Para verse bien no es necesario suprimir (negar), solo hay que saber alimentarse. Los bulímicos del amor son aquellos que se atragantan de vos y cuando te les tornás una carga, te escupen con la misma facilidad que te devoraron.

 El amor en formato MP3

La mayoría de la gente pretende flashearla de una, enamorarse al toque y arrancar al instante la mejor historia de amor. El deslumbramiento encandila al paso del tiempo. Convierte la semana en un MP3. Comprime: lo que debería durar siete días en veintiocho horas, un mes en cuatro días y un año en dos meses. Mientras que el MP3 es un formato de compresión digital, el amor es analógico… late cuando tiene que latir.

 La paciencia es un acto de amor

“Me gusta esperarte, siempre traes tu sonrisa como un regalo de cumpleaños. Yo creía que no sabía esperar, que para mí el amor, era una sopa instantánea, una abuela en sobrecitos. Pero no, nada me gusta más que haber aprendido a esperar. Cuando me dijiste que tu signo del zodíaco te obligaba a dar el amor en cuotas, pensé que no iba a poder con mi ansiedad; quería todo ya: dormir con vos, amanecer con vos, pasear, visitar amigos, mirar fotos, contarnos los viajes y, sobre todo, bañarnos juntos en las aguas del futuro.

Lo que más me enamoró de vos es que me enseñaste que la paciencia es un acto de amor. Que tener paciencia es estar seguro de mí mismo. Aprendí a vivir si el tormento de la incertidumbre, ni la mentira de la mala suerte. Ahora entiendo cuando me decías que yo tenía una forma muy occidental de pensar los vínculos. Que era un glotón de momentos lindos. Tener paciencia me enseñó a entender que un vínculo amoroso es una construcción y no una casa pre fabricada. 

Aprendí que los ojos no mienten, que mi paciencia se alimenta de tu mirada, que a mi ansiedad la calma tu compromiso y que ya no tengo miedo. Si, ya no me importa si esto algún día se termina.

Si viniera un dinosaurio y te comiera, yo me pondría un poco triste. Pero igual estaría feliz por todo lo que vivimos hasta acá. Tengo la sensación que esto ya está bueno así. Sé que lo que aprendimos nos va a durar toda la vida más allá de que sigamos juntos.

Al final, el secreto estaba en saber esperar. Reconozco que arrancamos tibios, pero de a poco nos fuimos soldando a un proyecto de vida en común. Y mirate ahora, con esa panza hermosa, que cada vez que me acerco a apoyarle mi cabeza me decís, “paciencia, cada vez falta menos”.

 

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