Los diez años de Viña Garcés Silva

#VinosChilenos

Ya pasaron diez años desde que Viña Garcés Silva, allá por el 2003, lanzara su primer Amayna Sauvignon Blanc. Desde entonces, la bodega creció y hoy ofrece al mercado nacional su línea Amayna, en la que incorporó otros cepajes: un Syrah, un Pinot Noir, un Chardonnay y dos Sauvignon Blanc (con y sin madera). Todos estos vinos nacen en Leyda, el Valle de San Antonio.

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José Antonio Garcés –el fundador de la viña- adquirió las tierras, transformándose en uno de los pioneros del desarrollo vitivinícola del valle, terruño que por aquellos tiempos aún no tenía el nombre que –hoy sabemos- se merece. El Valle de San Antonio goza de un clima fresco, gracias a la influencia marítima, acompañada de una leve brisa que barre el exceso de humedad aportada por la vaguada costera típica de la zona. Sus estaciones son bien marcadas y con baja amplitud térmica, características que hacen que los vinos elaborados bajo la conducción enológica de Francisco José Ponce Sanhueza y la consultoría del afamado suizo Jean Michel Novelle, mantengan su sello distintivo todos estos años, logrando un estilo único.
Participé de un encuentro, de esos jugosos, más que entretenidos, donde degustamos junto a María Paz Garcés Silva (Socia y Directora Mercado Nacional) sus vinos. Estas son las notas de cata de sus cinco vinos, al que sumo un agregado muy especial, que luego de leerlo entenderán.

Amayna Sauvignon Blanc 2012
Aromas: se destacan las frutas maduras como el ananá y el mango, que suma un dejo cítrico.
Sabores: posee muy buena acidez, bien salino, de gran volumen, en el que se percibe una leve punta amarga en el medio de la boca, agradable, con un final largo y complejo, donde predomina la fruta dulce madura.
Es un vino que se deja tomar, de esos que invitan a una segunda botella. Pruébelo con platos con frutos de mar.

Amayna Sauvignon Blanc Barrel Fermented 2009
Aromas: increíble complejidad aromática. Una paleta floral en el que a su vez se distingue esos aromas bien profundos de fruta exótica madura y un dejo a maíz.
Sabores: bien voluptuoso y seco en boca, muy elegante. La madera está bien amalgamada. En el final se perciben notas salinas.
Un vino con gran potencial de guarda, que seguirá mejorando con la estiba. Acompaña muy bien a un pastel de jaiba o a un chupe de langosta.

Amayna Chardonnay 2010
Aromas: frescos y finos. En nariz se percibe claramente sus notas minerales, acompañadas por una fusión de fruta blanca fresca (como peras y durazno blanco),  con algo de miel y caramelo.
Sabores: es de esos Chardonnay que defino como mantecosos, con tostados suaves -a pesar de su gran volumen-. Posee una gran persistencia, en la que encuentro salinidad, pero no en el final de la boca, sino entre los dientes.
Exquisito. Ideal para acompañar pescados algo grasos, como un buen salmón.

Amayna Pinot Noir 2011
Aromas: con notas de fruta roja fresca, como frutillas, guindas y hasta piel de ciruela, a las que acompañan notas minerales, terrosas, y un dejo láctico.
Sabores: tiene una entrada potente en boca, es muy goloso, y recién se va apagando en el final, con sedosidad, elegancia y con los taninos cremosos.
Un Pinot con tipicidad, como pocos. Acompaña muy bien carnes rojas y risotto.

Amayna Syrah 2011
Aromas: de gran intensidad, sus aromas son muy penetrantes y complejos, en los que no es difícil descubrir notas de grosellas, casis y violetas.
Sabores: en boca es suave, bien jugoso, con una entrada finamente dulce. Lamentablemente se va rápido, no es tan largo como me hubiese gustado, quizás sea el único detalle que no me gustó de toda la línea.
Un Syrah que llama a ser probado y puede sensatamente en una mesa bien servida. Para disfrutarlo con cordero.

Amayna Sauvignon Blanc 2006
Esta es mi sorpresa, mi recomendación especial, de esos vinos que me hacen decir: ¡ojalá tengan la oportunidad de probarlo! Siete años después de haber sido elaborado, es un Sauvignon Blanc que se mantiene muy, muy vivo. Posee un gran abanico de aromas, donde espárragos y alcachofas se destacan sobre la fruta. En boca sigue bien potente, elegante, sedoso, muy fresco y con un final donde vuelven a aparecer las notas de la nariz, con un leve dejo amargo.
Un vino de impacto, les aseguro que es de no creer. Pruébelo con mariscos con una salsa con personalidad, de esas que se lo merezcan. A mí me gustan al pil pil.