Por: Mariana Lorenzo
Luego de realizar una de esas prácticas en la que me sentí, como mencioné en otro post, como “cajón de pollo”, se me ocurrió pensar que uno carga no sólo con su propio peso corporal, sino también el peso de sus preocupaciones, problemas, trastornos, etc. y, además, los atrae.
Mientras me costaba horrores realizar una vinyasa, tomé nota de que mis preocupaciones pesaban más que los 49kg corporales que diariamente cargo y que a veces lograr el “mindfulness”, lo que se traduce como “atención plena”, se transforma más bien en un “mind full” o mente llena.
Se me vino a la mente la frase “todo cae por su propio peso”, usualmente aplicada a las consecuencias de nuestros actos. Pero desde otro punto de vista.
La ley de gravedad de Newton que explica que todo objeto en el universo que posea masa ejerce una atracción gravitatoria sobre cualquier otro objeto con masa, independientemente de la distancia que los separe, de repente me hizo ruido.
En el libro “El Símbolo Perdido” de Dan Brown, uno de los personajes, la Dra. Katherine Solomon, experta en ciencia noética, le plantea a su futura asistente Trish lo siguiente:
“-Deje que le plantee una cuestión hipotética.
De repente, Trish tuvo la sensación de que su conversación había pasado a ser una entrevista de trabajo. Katherine se inclinó, recogió un minúsculo grano de arena del suelo y lo sostuvo en alto para que Trish lo pudiera ver.
-Se me ha ocurrido -dijo- que básicamente su trabajo en metasistemas permite calcular el peso de toda una playa… pesándola grano a grano.
-Sí, básicamente se trata de eso.
-Como sabe, este pequeño grano de arena tiene masa. Una masa muy pequeña, pero masa al fin y al cabo.
Trish asintió.
-Y debido a esa masa, este grano de arena ejerce gravedad. De nuevo, mínima, pero ahí está.
-Así es.
-Bueno –prosiguió Katherine-, si cogemos trillones de granos de arena y dejamos que se atraigan entre sí hasta formar, digamos…, la Luna, su gravedad combinada será suficiente para mover océanos y arrastrar de acá para allá las mareas de nuestro planeta.
Trish no tenía idea de adonde quería ir a parar, pero le gustaba lo que estaba oyendo.
-Hagamos, pues, una hipótesis –dijo Katherine, soltando el grano de arena-. ¿Y si le dijera que un pensamiento…,en realidad tiene masa? ¿Y si le dijera que los pensamientos son cosas, entidades mesurables, con masa cuantificable? ¿Cuántas serían las implicaciones?
-¿Hipotéticamente hablando? Bueno, las implicaciones obvias serían… Si un pensamiento tuviera masa, entonces ejercería gravedad y podría atraer cosas hacia sí.
Katherine sonrió.
-Es usted buena. Ahora demos un paso más. ¿Qué ocurriría si mucha gente focalizara en su mente un mismo pensamiento? Todas las manifestaciones de ese mismo pensamiento empezarían a fundirse en una sola, y la masa acumulativa de ese pensamiento comenzaría a crecer. Y, con ello, aumentaría asimismo su gravedad.
-Ajá
-Lo que significa que…, si suficientes personas empezaran a pensar lo mismo, la fuerza gravitacional de ese pensamiento se volvería tangible…, y ejercería una fuerza –Katherine guiñó un ojo- que podría tener un efecto cuantificable en nuestro mundo físico.”
Si bien es una novela de ficción, no dejo de pensar que expresa una realidad que no todo el mundo está preparado para aceptar. La tristeza sólo atrae más tristeza, la preocupación más preocupación, la felicidad más felicidad y así con todo.
Seguramente todos han recibido al menos una vez en su vida algún mensaje pidiendo por oración para que tal o cual persona mejore en su salud. Todos hemos enviado “buenas vibras” para que a ese amigo le vaya bien en el examen, etc. Entonces este punto no es algo a lo que estemos completamente ajenos.
El otro día surgió un debate con respecto a “lo que tapa el Mundial”. Alguien me decía que no nos olvidemos de lo que sucede en el país o en el mundo por estar concentrados en el Mundial. A lo que respondí que no me olvido de las penas, pero no concentro mis energías en ellas, no las alimento, sino que trato de hacer lo que esté a mi alcance para mejorar el pedacito de planeta que me toca ocupar y ayudar a los demás.
Un par de días después una compañera del laburo me lee un estado de Facebook en el que otro alguien expresaba algo similar. La persona que le contestó no pudo ser más certera en su respuesta: “La verdad es que aprecio mucho tu rabia porque eso significa que hay gente a la que sí les importa todo lo que nos están haciendo. Pero debo admitir que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Yo, que estoy viviendo en Israel, anoche me senté a ver el partido en medio de todo lo que está pasando. Y la verdad me alegré mucho cuando ganó Argentina. Estoy de acuerdo que hay que actuar para que el mundo sepa la verdad, pero no por eso hay que dejar de vivir y alegrarse. Es más, ¡¡hay que estar alegres siempre y hablar de cosas cotidianas de la vida para mostrarles que no importa lo que nos hagan, nosotros vamos a estar bien!!”
Debajo de ese comentario alguien más escribió: “Es así la vida, ayer desde las once, hora israelí que empezó el partido, dos veces tuvimos que ir al refugio por los misiles, ¡pero si a nosotros no nos arruina la alegría de que Argentina está en el mundial, que a ustedes tampoco!”
Si una persona que está en el medio de un bombardeo demuestra semejante coraje de espíritu por mantener lo que sea que le de un poco de alegría al corazón, tan vivo, tan presente, nosotros no podemos permitirnos hacer menos. Se me puso la piel de gallina mientras escuchaba estas palabras, por la admiración hacia estos Seres Humanos.
El mundo está lleno de injusticias, pero por dos injusticias hagamos tres justas. Si nos detenemos a enloquecer con cada cosa mala que vemos no podremos avanzar, ni ayudar de ninguna manera.
Propongo que en lugar de estancarnos con lo malo, con la queja, las preocupaciones, nos dediquemos a hacer cosas buenas.
No es que no me afecte el dolor del mundo, otra persona escribió en el mismo estado: “siempre es feo que muera alguien, no importa su raza o religión”, es que prefiero resaltar y sumar más energías a las alegrías, que a las tristezas. Las tengo presentes, pero mi motor es otro, siento que se lo debo a aquellos que en el mismo momento en que estoy escribiendo estas palabras, están sufriendo.
Es como cuando se dice estar en contra de la guerra…. Yo prefiero decir que estoy a favor de la Paz y hacer algo por ella.
“Mantén tus pensamientos positivos, porque tus pensamientos se convertirán en tus palabras. Mantén tus palabras positivas, porque tus palabras se convertirán en tu comportamiento. Mantén tu comportamiento positivo, porque tu comportamiento se convertirá en tus hábitos. Mantén tus hábitos positivos, porque tus hábitos se convertirán en tus valores. Mantén tus valores positivos, porque tus valores se convertirán en tu destino.” (Mahatma Gandhi)
Importante: Todas las asanas deben aprenderse con la guía de un Instructor calificado.