Por: Mariana Lorenzo
Navasana se traduce como la postura de la barca. Es una asana que en los inicios de las prácticas, cuando aún no se tiene buen control de bandhas, cuesta horrores. En el comienzo de mis días de Yoga, recuerdo haber llegado a ese punto y decirme: -Esto es masoquismo.
Se arma sentándose sobre isquiones y sosteniendo el equilibrio. Elevamos las piernas estiradas hasta que las puntas de los pies queden a la misma altura que los ojos, brazos estirados, paralelos al suelo. Mula bandha y uddiyana bandha deben estar fuertemente contraídas para no dañar lumbares.
En caso de no poder realizar la postura completa, hay maneras de armar medias posturas. Por ejemplo, si no se pueden estirar las piernas, pueden estar flexionadas. O podemos apoyar las manos en el suelo hasta que logremos tener el control de la asana. Lo más importante es mantener la espalda derecha, sacando pecho.
Recordemos que la finalidad del Yoga no es hacer posturas perfectas al primer intento, ni mucho menos. Tomará tiempo, práctica y paciencia.
Una vez armada, se sostiene por cinco respiraciones. Luego se cruzan piernas e inhalando debemos elevarnos sobre nuestras palmas, movimiento que fortalecerá el balance y equilibrio sobre las manos, de las posturas que lo requieren. Exhalando, volvemos a sentarnos y volvemos a armar. Se realizan cinco repeticiones.
Ayuda a desarrollar fortaleza abdominal, es un reto a la perseverancia. A medida que vamos ganándole a la postura, aprendemos también a superar los desafíos diarios de la vida cotidiana. Nos exige muchísimo esfuerzo, con lo que, en paralelo, alimentamos nuestra fuerza y determinación.
Fortalece flexores de cadera, columna, reduce grasa abdominal, estimula tiroides, riñones, próstata y órganos intestinales. No debe realizarse durante el embarazo o el período menstrual.
“Persistiré hasta alcanzar el éxito.” – Og Mandino
Importante: Todas las asanas deben aprenderse con la guía de un Instructor calificado.