Por: Mariana Lorenzo
Resulta que mientras uno va transitando este camino del Yoga, tiene que vivir vida. No todo es fácil, ni está servido, ni se dejan de tener emociones que a veces hacen tormenta adentro, por ser más espiritual. Hoy estamos un paso más cerca de Samadhi, la iluminación, y si bien faltan muchos más, Lao-Tsé (el viejo Maestro) decía: -Un viaje de mil millas comienza con el primer paso.
Cuando empecé a escribir este blog, pensé en cómo pasar a palabras las experiencias que iba teniendo en la vida en las que el Universo aprovecha para enseñarme a aplicar los conocimientos que voy adquiriendo. Por eso es Yoga para mortales. Para poder compartir con ustedes de qué manera, en la vida cotidiana, me encuentro constantemente con situaciones y relaciones en las que hoy aprendí a detenerme y pensar. Y quizás algo de lo que comparto, también le suceda a otra persona y a su vez pueda aprovechar estas palabras para llevarse el plus de poder aplicar algo de todo esto a su propia vida y crecer un poquito cada día.
Hay un estudio que dice que el 93% de los comportamientos pasados predicen comportamientos futuros. Entonces les propongo aprovechar toda la información que les llegue para ir afilando sus resultados y acercándose cada vez más a los objetivos que quieran conseguir.
Ya en “Con todos y conmigo” les hablé de Yama y Niyama, las obligaciones para con los otros y las autorregulaciones para una mejor vida. Hoy tengo la oportunidad de poner a prueba un yama: Asparigraha, la no posesividad.
Inmediatamente me acuerdo de un diálogo que leí entre Brida (de Paulo Coelho) y El Mago:
“- Nadie puede poseer una salida de Sol como aquella que vimos una tarde –continuó–. Así como nadie puede poseer una tarde con lluvia golpeando las ventanas, o la serenidad que un niño derrama alrededor, o el momento mágico de las olas rompiendo en las rocas. Nadie puede poseer lo más bello que existe en la Tierra, pero podemos conocer y amar. A través de estos momentos, Dios se muestra a los hombres.
No somos dueños del Sol, ni de la tarde, ni de las olas, ni siquiera de la visión de Dios, porque no podemos poseernos a nosotros mismos.
El Mago extendió la mano hacia Brida y le entregó una flor.
- Cuando nos conocimos, y parece que yo siempre te conocí, porque no consigo recordar cómo era el mundo antes, te mostré la Noche Oscura. Quería ver cómo enfrentabas tus propios límites. Ya sabía que estaba delante de mi Otra Parte, y esta Otra Parte iba a enseñarme todo lo que yo necesitaba aprender, éste fue el motivo por el que Dios dividió al hombre y a la mujer.
Brida tocaba la flor. Era la primera flor que veía en muchos meses. La primavera había llegado.
- Las personas dan flores de regalo porque en las flores está el verdadero sentido del Amor. Quien intente poseer una flor, verá marchitarse su belleza. Pero quien se limita a mirar una flor en un campo, permanecerá para siempre con ella. Porque ella combina con la tarde, con la puesta de Sol, con el olor a tierra mojada y con las nubes en el horizonte”
Me preguntaba, en relaciones humanas, cuál es la diferencia entre la posesividad y el respeto a los valores de uno. Cuál es el punto límite que marca, por ejemplo, en una situación en la que hay tres personas involucradas, lo que es “dejar al otro Ser” y lo que es “siendo esta situación de esta manera, me incomoda y la paso mal”. Me sucede que a veces pienso para mí: “no deberías decir tal cosa, es una actitud posesiva” o “reaccionar así es de persona posesiva, no deberías hacerlo”. Y entro en un juego de autocensura que no está bueno. Al final, de una u otra manera, la paso mal. Si expreso mi incomodidad siento que estaría anulando al otro, pero si no la expreso, me anulo a mí misma.
Por eso me hice un STOP y me puse a pensar en ese límite sano entre dejar ser y respetar mis valores. La diferencia está en que posesividad es anular, creyéndome que la otra persona existe sólo por y para mí, mientras que el respeto de los valores de uno sería identificar cuál es el límite de tolerancia propia y en base a eso, y de ser necesario, explicar los motivos y retirarse de la relación. De esta manera y como siempre digo, trabajo conmigo.
La diferencia, al fin, es el libre albedrío. No tengo derecho a poner al otro en la situación extrema de tener que elegir entre la lealtad o el amor de dos personas. Lo que puedo hacer es elegir YO: quedarme y pasarla mal o retirarme. Una de mis Yogis preferidas escribió una vez un texto muy conmovedor con respecto a la muerte de su mejor amiga. El texto cierra con esta frase: “La vida es demasiado corta como para pasarla con personas que no te hacen sentir otra cosa más que amado” y esto va de ida y vuelta.
Yo les aconsejo que tengan esto siempre presente.
“Con la puerta abierta, nadie se va.” Mía Astral.
Importante: Todas las asanas deben aprenderse con la guía de un Instructor calificado.