5. El pollerudo

#AmoresTóxicos

Salir con muchas para no estar con ninguna

El pollerudo es el típico pistolero converso. Después de probar con muchas mujeres que no lograron engramparlo termina enganchándose con una muchacha apocopada que lo clava en el lugar de la pasividad como un alfiler al telgopor. El conquistador compulsivo lejos de ser la admiración de sus amigos es una persona solitaria y con cierta fobia al compromiso. Después de todas, termina con “la” única. En España, les dicen “Juan Bragazas”, en México “maridazos” y en Colombia “mamelucos”.

El pollerudo es un mamero

Su único amor es el que tiene con la madre y solo será reemplazado por una mujer de iguales características. Se siente protegido por aquella que le marca el paso y que lo cuida como se cuida a un esclavo. No es lo mismo negociar que condescender. El muchacho en cuestión es un condescendiente impulsivo, un cobarde que teme perder lo que imagina que le corresponde. En tal caso la negociación original se dio en el par complementario de sometedor/sometido, por eso este tipo de parejas puede durar toda la vida. Uno necesita controlar y el otro ser controlado. La pareja del pollerudo tiende a cuidarlo como a un inútil, cuando enferma lo trata como a un niño, si sale le recuerda que se abrigue y cuando dice algo, todo lo dicho carece de valor. La pollera de mamá es un inhibidor de la sexualidad masculina.

 

Boludo funcional

Todo estereotipo es funcional a su neurosis. Quiero decir que el calzonudo saca su tajada. Si no le importa serlo es por algo y eso puede ser porque se siente seguro y protegido (por un tercero y no por sus propios medios) o porque reproduce en ese vínculo actual fragmentos de un vínculo añejo; o porque prefiere cargar con la mochila (escolar) a soportar el desamparo que el mundo adulto le ofrece. Un poller antes de sentirse solo es capaz de cualquier cosa. Para él es más importante el ser que el tener, no le importa el poder propio pero se somete al ajeno. Y si este sometimiento le da cierta dosis de alegría estamos frente al bien llamado boludo alegre que descubrimos cuando compra los cohetes de fin de año, lleva los parlantes para el baile, tiene el autopolish en el baúl y sabe quién metió el gol el día que Independiente ganó su primer Copa Libertadores en el año 1964.

Súper hombre de capa caída

El Superman de las polleras acude al llamado más rápido que los del 911. Le otorga el saber a su pareja, por lo tanto se somete a su designo. El grado de tolerancia es sorprendente, se fuma a todos sus ex, a sus 17 amigos del alma, a las del secundario, a las de la facu y a las de la oficina. Próximamente desfile de vigoréxicos en el quincho de casa con vegetales a la parrilla. El pollerudo es un chofer ad honorem full life. Al final de los cumpleaños reparte a los suegros, a las cuñadas y a la tía del Alzheimer incipiente. Escucha y comprende con paciencia infinita, es un optimista de la vida y se sabe de memoria el Manual de Frases Adecuadas. Es un catequista sin iglesia, un psicólogo sin título.

 

Pollerudismo e inteligencia

La inteligencia no te exime de ser un pollerudo. Hay personas que aun sometiéndose al deseo permanente del otro son personas brillantes. Quiero decir, que todo grosso tiene su talón de Aquiles. En algunos casos ese talón busca otro talón cercano a una pollera cuadrillé. Si el pollerudo está preparado para seguir un mandato no es raro que esa persona cumpla con todos los requisitos del éxito. El éxito se transita sólo en estado de esclavitud. Entonces se somete a su inteligencia, al dinero, a los objetos y a determinados sujetos como por ejemplo su pareja. La diferencia entre un pollerudo inteligente y otro con pocas luces es que el primero justifica con argumentos más sólidos su debilidad por los latigazos vinculares.

 

No se tiene fe

Todo pollerudo tiene su “Malevaje”.

 

Dos tipos de pollerudismo

El oscuro y el alegre. El primero es el más depresivo y triste. Su tono es de resignado crónico, se refiere a su amo como la bruja o “ésta”. Suele victimizarse por nada y en su frente cuelga el cartel de la impotencia. Todos lo cagan, todos lo estafan, nadie le explica. Cero autocrítica y depositante del malestar por fuera de sí. Leve tendencia a la hipocondría y sumamente culposo.

El pollerudo alegre tiene un perfil más negador, intenta disimular su sometimiento ante los amigos pero se manda al frente con los actos. Justifica su esclavitud vincular amparado en argumentos fantasiosos sobre su pareja. En el fondo, al igual que el oscuro, le temen a la soledad ya que en su tierna infancia no tuvieron el suficiente fortalecimiento yoico para poder bancársela de grandes.

 

El pollerudo es vengativo

Decía Pichon Riviere: “Hay que cuidarse de los boludos porque se curan”. No hay nada más peligroso que un boludo curado. El boludo en recuperación se venga de todas y cada una. Tiene buena memoria y pasa de ser inofensivo a convertirse en una persona sumamente peligrosa. En general te va cagar con guita, cuernos o juicios. Una cualidad es que no pierde el rictus de su cara, por lo tanto sigue teniendo la misma cara de boludo de siempre ocultándose detrás de esa máscara un verdadero new serial killer en potencia.

 

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C.C.C. (Compartan, Comenten y Critiquen)