28. Los amores imposibles

#AmoresTóxicos

Siempre se llena de humo y el aula se convierte en París en pleno barrio de Once. El teórico de los martes es un laberinto; un docente distinto cada vez improvisa mejor que Miles Davis y Chick Corea en noches de borrachera. Tenía que haber empezado hace cinco minutos y dudo entre quedarme o ir a ver el partido de la Libertadores, de inmediato, entra una docente con una especie de rodete que enuncia la belleza de su timidez y una pollera larga y escocesa delatando que alguna vez fue psicobolche.

-Buenas noches. Siguiendo con la línea del Seminario de la Soledad, en el teórico de hoy, veremos qué vienen a decirnos los Amores Imposibles acerca de este tema.

Cagamos -pienso- apología del pañuelo descartable.

Muchos se acomodan en sus cigarrillos como si fuese un diván, otros pasan la hoja firmada y se las toman, y yo mientras dudo, me quedo.

 -Uno de los autores que introduce el concepto de Amor Imposible es Belgam. En el capítulo III de su libro Demasiado Tarde, llamado “Ya lo sabía”, nos da una posible definición de lo que él entiende por Amor Imposible. Belgam dice que el amor imposible “es la ilusión que construimos en la búsqueda de una completud que nunca es completa.”

Lo dice tan segura que creo que le creo y trata de explicarlo en su propio decir, diciendo que el amor imposible no se habla entre dos, que no es el cuerpo del otro al que se ama, sino el propio invertido; que soy la inversión de mí mismo, por eso cuando ese otro real está, no encuentra un lugar donde afirmarse. Un espejo con forma de cristal transparente.

Es cierto -pienso- pero qué tema aburrido. Cuando los treinta te toman del brazo vas aflojando con Neruda y Pizarnik. ¿No será que el enamorado antes de escribir un poema o componer una canción prefiere comprar una rosa amarilla y besarle el cuello?

Algunos en el aula mientras la tipa habla toman nota como si estuviese dictando la combinación de la caja fuerte del Banco Mundial.

-La semántica convierte al amor en mora y fíjense que las letras son las mismas – dice, con un tono afrancesado y cuenta el caso de una paciente que le dice a su amado imposible “… ayer cuando te fuiste tuve la sensación de que no habías venido porque cuando estás siempre es mañana.” Y recuerdo a mi abuela diciendo “el que demora, enamora”.

Como estoy sentado por el fondo tengo el panorama de casi todo el aula y observo que las mujeres están más concentradas. Me pierdo algo que la docente dice acerca de la angustia del solitario y su relación con el abandono, de cómo se proyecta el sadismo inventando a un otro desconsiderado; y cuenta el caso de una muchacha que le suena el timbre a la madrugada y aparece un tipo después de una corta ausencia; ella lo recibe sin recibirlo, el hombre le dice que está confundido. Ella mientras escucha piensa: “¿Cómo se te ocurre venir a salvarte conmigo si sabés que me estoy hundiendo?” Entonces pienso que a veces intentamos salvarnos manoteando aquello que nos desmorona: como un ahogado abrazándose al agua. Y me imagino las noches de esa mujer, escribiendo con la timidez de no mostrarlo, explorando sus sentimientos en la ilusión de que alguien la distraiga para calmarse; pienso que piensa en no atender el teléfono para imaginarse que él la extraña, esperando que ese hombre la salve de aquello que cree que la salva, que se atragante con su ausencia, que le diga cosas que nunca diría, que la ame como no la ama, que esté como no está y que la encuentre como no sabe.

Me llama la atención que la profesora mire el reloj a cada rato. Puede que alguien la esté esperando a la salida -pienso- o que quiera que el tiempo no corra tan veloz,  puesto que no sabría que hacer luego de la clase.

Ahora se mete con el marxismo o algo parecido, porque relaciona al amor con la pobreza y la riqueza; no sé qué está diciendo sobre la ofrenda del carenciado y la ambición del poderoso en relación a la culpa. Para mí que esta debe ser judía.

Me pregunto qué pasaría si estuviese viendo el partido de la Libertadores.

Una compañera levanta la mano mientras pregunta cómo se sale de los Amores Imposibles; se me ocurre un chiste pero no lo digo. La profesora devuelve la pregunta a la clase y las voces me empiezan a aturdir; todos tienen algo que decir, hasta yo me veo tentado, pero tentado como estoy, me levanto y me las tomo. Quiero llegar a casa medio despierto para ver cómo el nene ya está medio dormido.