Mi reflejo

#YogaParaMortales

Me encanta tomar prestadas herramientas que me puedan ofrecer las diferentes disciplinas, deportes, filosofías, ciencias y otras yerbas, para sumar siempre a la apertura mental y el crecimiento personal. Aprendí a no encasillarme en una de ellas, así como también a no tomarlas por absolutas. Incluso en la misma senda del Yoga hay múltiples opiniones y cada una aportará algo a cada quien.

Si bien el Yoga tiene una única raíz, a lo largo del tiempo, han crecido muchas ramas en este increíble árbol. No todas están de acuerdo entre sí y hasta hay quienes defienden heroicamente su punto de vista, a capa y espada, como “verdadero” y defenestran a otros como “equivocados”. Me empezó a resultar casi graciosa la forma en la que los Seres Humanos defendemos nuestros dogmas.

Para llegar al punto al que quiero llegar en el post de hoy, les contaré una experiencia personal que, de ahí en más, aprendí a aplicar a otros campos de mi vida.

Fui bautizada en la iglesia católica al nacer, estudié en un colegio católico y tomé la comunión. Pero siempre sentí inquietud con respecto a lo que se me enseñaba en el campo religioso, no me sentía a gusto, tenía que haber algo más.

Así fue como me puse a investigar acerca de otras religiones y di con el Islam por tener conocidos musulmanes. Me llamó la atención que en muchas ocasiones en las que me surgía alguna duda, ellos sólo me respondían que lo leyera el Corán.
Dejaban a mi interpretación libre. En ningún momento intentaron enseñarme la religión como absoluta. Por el contrario de lo que los medios de comunicación y las agrupaciones extremistas nos quieren vender, en ningún momento dejaron de reconocer las enseñanzas de los profetas de las otras religiones y la sabiduría de sus mensajes. Eso me hizo sentir bien. Estudié, aprendí y me convertí al Islam, por propia decisión, siendo adulta y consciente de mi elección, no porque fuera algo heredado.

Nota al pie les diré que en mi casa tengo los libros sagrados de diferentes religiones y es algo que recomiendo a todos aquellos que disfruten de cultivar el intelecto y la apertura mental.

Volviendo a lo que me compete, más adelante al seguir aprendiendo de todo y todos, me di cuenta de que todas las religiones, mayormente tergiversadas por el mismo ser humano, tenían una única base: el mensaje del Amor. Para ese entonces decidí no practicar únicamente el Islam, o el cristianismo, sino todo en su conjunto como parte de una única raíz. Ya no me encasillo en una religión y celebro los buenos aspectos de todas.

Hoy, como instructora de Ashtanga y estudiante eterna, veo que las personas se acercan a la senda del Yoga por diversos motivos, me atrevo a decir que aquí en occidente, en su mayoría, por cuestiones físicas. Pero a lo largo de este camino también abrí mis ojos y mi mente a comprender que a través del Yoga se producen cambios internos. No importa el motivo que te trajo a querer tomar clases. Tal vez, quieras lograr poner tu pierna detrás de la cabeza, estilizar tu figura, fortalecer tus músculos, ser flexible o salir divina en las fotos, como esa yogi famosa. Todo eso, luego de iniciar una práctica constante, pasará a último lugar. Porque el fin del Yoga es recordar que formamos parte de una energía infinita y universal.

Trato de reflejar en todos los aspectos de mi vida esta forma de pensamiento libre. No importa si un alumno se acerca al Yoga sólo por la parte física, porque Yoga trabaja silenciosamente sobre campos que no podemos ver ni tocar. Y el cambio lo irá generando cada uno a través de su práctica, disciplina y estudio. Si elige Ashtanga, Hatha, Iyengar, Anusara, Kundalini, Bikram, Bhakti, Power, Acro, Aero, SUP o cualquier otra rama del árbol, estará bien. No se puede definir de forma finita algo que es infinito. Todo saber es bienvenido.

“Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los ángulos” (Nelson Mandela)  

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 Importante: Todas las asanas deben aprenderse con la guía de un Instructor calificado.