7. La llorona compulsiva

#AmoresTóxicos

Para Vera Salúm que todavía está a tiempo

 

Llanto de bebe

El llanto, desde la más tierna infancia, ha sido un vehículo de comunicación. Los niños cuando tienen hambre lloran. Lloran cuando tienen sueño, cuando les duele la panza y cuando están aburridos. Los padres decodifican ese llanto y responden a la demanda, algunos inmediatamente y otros se toman su tiempo, no para saciarlos sino para que se callen de una buena vez. También reconozcamos que hay padres más abombados que otros.

La fábrica de las lloronas tiene su origen en esos padres que responden de inmediato a la demanda de sus hijos y que no permiten que dicha almita angelical aprenda a frustrarse o que experimente ese sentimiento que la acompañará a lo largo de su vida llamado angustia.  

 

No, no y no

El capricho se forma en la reiterada inmediatez a una demanda. Los niños decodifican que lo que quieren tiene que ser ya y cuando esa respuesta se extiende en el tiempo nace una furia en su interior llamada capricho o berrinche. El capricho de la niña anticipa que tipo de novio tendrá.

Pero también están las caprichosas encubiertas, esas personas que manipulan desde la victimización. Manejan el llanto como un micro de larga distancia. Cualquier cosa las hace llorar, sobre todo los sucesos sin ninguna importancia. Curiosamente, suelen llorar por situaciones insignificantes, ahora, cuando les pasa algo importante son unas cubiteras que   por sus venas corre sangre del plumífero amigo.

 

La llorona compulsiva

El perfil de la llorona compulsiva es aquella que llora por todo. No discrimina. Puede llorar porque no pediste crema del cielo en el delivery o porque no saludaste al hermano. Son muchachas auto referentes creen que todo el universo pasa por ellas. Están atravesadas por una exclusión permanente. No se consideran tenidas en cuenta. Suponen que toda necesidad tiene que ser inmediatamente satisfecha, cualquier demora es interpretada como un ataque a su integridad psíquica. Suelen combinar histriónicamente el llanto con el silencio, miran para abajo y siempre tienen un kit lacrimógeno en la cartera compuesto de pañuelos descartables, lima para las uñas, pastillas para los dolores ováricos y una estampita en la billetera. Hay que destacar que las lloronas son muy creyentes. Sobre todo de su manipulación.

El novio de la llorona

Se podría pensar que por su condición, la llorona anda errante por el mundo, pero no. Toda llorona encuentra fácilmente a su redentor. Inclusive tienen mucho más éxito que las diositas. Mientras una se embadurna del cosmético cotillón, las faldas reducidas y los pechos push up, la llorona no sabe que es un rímel (porque se le corre), cuanto más pálida mejor y recomiendan no superar el metro cincuenta.

Encajan perfectamente con el pollerudo o con el casado. Con el primero convierten la lágrima en un joystick y lo tienen al pibe de acá para allá, él se apiada de la pobre víctima que sufre por situaciones adultas de la vida cotidiana con las cuales ningún adulto se trastornaría. Con el casado reavivan una situación de abandono más real. Se sienten excluidas con un grosero motivo y las despedidas de cada encuentro siempre son con el pañuelito en la mano. En ambos casos quedan insatisfechas, lo cual seguramente, es un buen motivo para el llanto.

Elegir a las personas que de alguna manera me rechazan es una forma de asegurarme la soledad. En un caso porque el muchacho que se somete a creerle el artificio no la registra como mujer sino como una persona que hay que salvar de vaya a saber qué y en el caso del señor que tiene el anillito en el anular hay una exclusión rotunda, evidente y con cierto tinte de vulgaridad.

 

El fin de la llorona

El llanto compulsivo se acaba con un equilibrado pasaje del ser niña al ser adulto. No siempre uno deja de ser hijo siendo padre. El universo adulto está poblado de felices renuncias que nos permiten acceder a un proyecto de vida autónomo. Si mi proyecto de vida siempre va a depender de la actitud del otro entonces estaré muy cerca de convertirme en la hija de la lágrima.

 

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C.C.C. (Compartan, Comenten y Critiquen)