36. El proceso del duelo amoroso

#AmoresTóxicos

Ya está bien, es suficiente. Demasiado tiempo solo. No doy (ni recibo) más. Estoy triste y desalentado. Ya pasó más de un año y esto en la garganta me sigue y me persigue. ¿Qué carajo es estar solo? Sentís que se te viene encima un nuevo fin de semana y te gustaría detener el tiempo en un frasco. La mayoría de la gente me tiene lástima, y sobre todo los que están en pareja, odio esas mesas para cuatro cuando somos tres. Trato de no tocar el tema pero en algún momento el Sr. Malbec destraba esa maldita evitación y arranca la catarata. Que jugó conmigo, que no tiene corazón, que las pocas veces que nos vimos en el último año me miró con pena y que odio que se haga la macanuda.

Que me diga que quiere ser mi amiga, me destruye. Pienso que está siendo egoísta, que no quiere perder al boludo contenedor que siempre le tiró la frase justa para enfrentarse al forro del padre. Ella no quiere perderme pero yo me tengo que bancar su pérdida. Dice que se preocupa por mí, que no quiere que me pase nada malo, que la corte con el porro y que me ponga las pilas. ¿Qué mierda es ponerse las pilas? Si yo con ella las tenía puestas, como tenía puestas las ilusiones y las ganas de hacer un proyecto. En el medio de la remada aparecieron las dudas, las ganas de tener sus tiempos y la necesidad de más aire. Y yo le creí como un boludo, me hacía sentir el carcelero de Expreso de Medianoche, ¿tan terrible era fantasear con un futuro?

Cuando escucho a las minas que dicen que no hay hombres me da una bronca bárbara, como esas minas que se hacen las cancheras por Facebook y después son unas mangas de forras que no saben cómo manejarse. Se sacan fotos haciendo fuck you y después andan llorando por los rincones. El problema de las barderas es que cuando empiezan a demandar afecto los tipos se sienten traicionados, algunos hombres compran a las pijudas copadas y boca sucia porque fantasean con que son re cogedoras y que lo único que les interesa es el descontrol, pero, cuando detrás de esa cáscara descubren a la tierna mujer que necesita que la abracen, se sienten estafados y pinta el caos; en un toque pasan de copadas a pelotudas.

Si ya se, perdón, me fui a la mierda. Es que tengo mucha bronca. No me entra en la cabeza no estar con ella. No puedo sacarme de la bocha esa forma de reírse ni de oírla cantar Océano de Djavan en portuñol. Claro, ahora que veo la letra traducida me quiero matar.

¿Cuándo se me va a pasar esto de pensar que son todas iguales? Para afuera las odio, para adentro las necesito. Me cuesta mucho pedir… si pudiera le rogaría que vuelva conmigo, que volvamos a estar como antes, que sigamos nuestro camino juntos. Mi psicólogo me dice que de ahí no se vuelve, que para no caerme me estoy agarrando de una navaja. Yo le digo que tiene razón pero no me resigno a pensarme sin ella. Nunca nadie me había mirado de esa manera. Lo que estoy tratando de entender es que ella miraba a todo el mundo igual, que yo era el que le ponía un atributo encantador a ese gesto natural.

Lo que más me duele son las mañanas. Mi psicólogo los llama restos diurnos. Me levanto con la misma angustia del nene que se pierde en la plaza y nadie registra que está perdido. Se ve que debo soñar. Ayer soñé que estábamos los dos abrazados en un futón mirando Dexter y cuando desperté me dolió haberme sentido tan feliz.

Odio que la gente me vea como un tipo macanudo. Me dicen que soy amiguero, simpático y buena onda. Nadie quiere mirar más allá del contorno. La gente no quiere problemas, prefieren mi lado social que es menos contundente. Todavía no me queda claro si soy yo que evito las transparencias o si es el otro que evita las oscuridades, de todos modos mi vida social es un malentendido, siempre estoy en el lugar equivocado, haciendo cosas que no quiero y diciendo cosas que no siento. Y siempre el odio oculto que acecha y lo reprimo.

Estuve googleando sobre la soledad y me aparece esa boludez de la diferencia entre estar solo y estar en soledad, lo peor para la angustia son los problemas semánticos, las frases hechas y los relatos de experiencia onda “yo estuve ahí”. Buscás un abrazo y te dan consejos, buscás un silencio y te tiran un manual de instrucciones.

Me voy; mi amigo me dijo que escriba, que escribiendo salta todo. Por ahí tiene razón, tal vez esté atravesando el proceso de sacarme tanto de vos dentro mío para dejarte ir mientras a mi vacío lo voy llenando con palabras.