Por: Fernando Taveira
La historia comienza, como no podía ser de otra manera, en Uruguay 1930. En el primer torneo organizado por el país sudamericano, hubo tres selecciones que se presentaron con jugadores que se habían criado bajo el mismo techo. Los más destacados fueron Juan y Mario Evaristo, de Argentina, quienes consiguieron llevar al combinado albiceleste a la final del certamen. En cambio, Francia tuvo entre sus filas a Lucient y Jean Laurent, con los que cosechó una victoria y dos derrotas. México, en tanto, aportó a dos parejas de hermanos en lo que significó una competición para el olvido. Tanto Felipe y Manuel Rosas, como Rafael y Francisco Garza fueron víctimas de las tres goleadas adversas. Curiosamente, los tres elencos mencionados compartieron la fase inicial en el Grupo 1.
Cuatro años más tarde, en Italia, Suiza llegó hasta los cuartos de final con Walter y Max Weiler, aunque sólo el primero fue titular en el elenco europeo, ya que su entrenador Heinrich Mueller optó por retener al mayor en el banco de suplentes. Un 3 a 2 a favor frente a Holanda y una caída por el mismo resultado con Checoslovaquia representó la incursión del conjunto helvético.
Por su parte, las Indias Orientales Holandesas, un equipo que no se caracteriza por su fútbol, tuvo un breve paso por la Copa del Mundo en la edición de Francia’38, y en su única presentación dejó su huella al incluir en el once inicial a Mo Heng y Hong Djien Tan. El 0-6 frente a Hungría marcó el debut y despedida de uno de los participantes más exóticos que tuvo el torneo.
La modificación del formato que se realizó en Brasil 1950, generó que participantes como Yugoslavia tengan al menos tres partidos por disputar. Las dos primeras conquistas ante Suiza y México hicieron ilusionar a Zeljko y Zlatko Cajkovski, quienes conformaban la ofensiva en el combinado de Milorad Arsenijevic, pero en el último juego de la primera fase no pudieron con los dueños de casa, lo que provocó la eliminación. Fue un golpe muy duro para los que habían conseguido la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres.
En la edición de 1954 se produjo un hecho histórico: por primera vez, dos hermanos alzaron la Copa. Fue el caso de Ottmar y Fritz Walter, quienes estuvieron en la heroica remontada ante Hungría en la final, un rival que contaba con Jozsef y Mihaly Toth. Como sucedió en 1930 con los Evaristo, los magiares se quedaron en las puertas de la consagración. Además, en el Mundial de Suiza, Austria llegó a las semifinales con Robert y Alfred Koerner, pero su camino hacia la Jules Rimet se desmoronó cuando se enfrentaron con los germanos.
En Suecia ‘58, la escuadra alpina volvió a contar con un par de familiares, pero aquella vez Paul y Ernst Kozlicek fueron una sombra del “Equipo Maravilla”. Los conducidos por Josef Argauer fueron eliminados de una forma prematura, producto de dos derrotas y un empate. En cambio, Gales sorprendió a más de uno con la dupla compuesta por Ivor y Len Allchurch. Los británicos alcanzaron los cuartos de final, donde cayeron por la mínima diferencia frente al Brasil de Pelé.
Ocho años más tarde, los inventores del fútbol igualaron la hazaña que había conseguido Alemania. Los organizadores de Inglaterra ‘66 tuvieron a Jack y Bobby Charlton en el once inicial que se quedó con el título. Lamentablemente para ellos, en México ‘70 no pudieron revalidar la gloria, aunque su participación fue mejor que la de Checoslovaquia, que tuvo a Frantisek y Bohumil Vesely en sus tres partidos que concluyeron en derrotas.
A lo dicho se suma lo ocurrido en Alemania ‘74, donde Haití sólo convirtió 2 goles y recibió 14 con las dos parejas que mostró: Roger y Guy Saint-Vil; y Fritz y Joseph Leandre. En tanto, Holanda fue el pionero en contar con un par de gemelos: Rene y Willy Van de Kerkhof fueron fundamentales en el andamiaje de la “Naranja Mecánica”, aunque su “Fútbol Total” no alcanzó para vencer a los dueños de casa. Una situación idéntica a la que atravesaron en Argentina ‘78.
España’82 mantuvo a cuatro seleccionados que siguieron con la lógica de citar a familiares, y el caso de Yugoslavia fue el más destacado por tener a los mellizos Zlatko y Zoran Vulovic. De todos modos, su participación quedó para el olvido al despedirse en la primera ronda. Unión Soviética, con Victor y Viacheslav Chanov, y Bélgica, con Luc y Marc Millecamps, avanzaron a la siguiente instancia, donde fueron superados por Polonia. En cambio, los alemanes Karl y Bernd Foerster se sumaron a la extensa lista de los hermanos finalistas que no pudieron levantar la copa.
En México’86 Irak y Marruecos fueron los que aportaron hermanos a la cita mundialista. Los asiáticos, con Khalil y Karim Mohamed, fueron eliminados en la fase de grupos, al perder los tres compromisos que disputaron. En cambio, los africanos, con Abdelkrim Krimau y Mustafa Merry, sorprendieron al adjudicarse el liderazgo del Grupo F, sobre Inglaterra, Polonia y Portugal. Sin embargo, su suerte sólo llegó hasta los octavos de final, donde cayeron con Alemania por 1 a 0.
Italia ‘90 fue el certamen en el que más hermanos hubo. Emiratos Árabes Unidos, con Ibrahim y Eissa Meer; junto con el Egipto de Ibrahim y Hossam Hassan; y la Holanda de Ronald y Erwin Koeman fueron eliminados en primera ronda. En cambio, Costa Rica y Camerún consagraron sus mejores participaciones mundialistas. Los ticos, con Claudio y Geovanni Jara, avanzaron en el segundo lugar del Grupo C, y en octavos de final se despidieron ante Checoslovaquia. En cambio, los de Andre Kana y Francois Oman Biyik batieron a la Argentina de Diego Maradona, lideraron la zona del último campeón y se despidieron en cuartos de final ante Inglaterra. Cuatro años después, en Estados Unidos, tuvieron una participación muy escasa. La posta en dicho torneo la tomaron Ronald y Frank De Boer, al posicionar a los Países Bajos entre los ocho mejores.
Para la última edición del Sigo XX, nuevamente el Viejo Continente hizo hincapié en la “hermandad de la nómina”. Escocia y Bélgica jugaron tres encuentros cada uno, y los británicos tuvieron a Billy y Tosh McKinlay, mientras que Mbo y Emilie Mpenza se desempeñaron en los “Diablos”. Noruega, en tanto, llegó hasta los octavos de final con Jostein y Tore Andre Flo. En cambio, Dinamarca se permitió soñar de la mano de Michael y Brian Laudrup. Los escandinavos cayeron 3 a 2 en los cuartos de final, frente al temido Brasil de Ronaldo.
En Corea – Japón 2002, Patrrick y Daniel Andersson, de Suecia, integraron el “Grupo de la Muerte”, y se adjudicaron el primer puesto, aunque un sorpresivo Senegal los despidió en la fase siguiente. Polonia, con Michal y Marcin Zewlakow, y la Croacia de Niko y Robert Kovac fueron eliminados en primera ronda. Así mismo, los del Mediterráneo tuvieron su revancha en Alemania 2006, pero su destino fue el mismo.
Justamente, en el país germano, Philipp y David Degen consiguieron con Suiza la clasificación a los octavos de final, donde cayeron con Ucrania por penales. Costa de Marfil, por su parte, tuvo a dos pares de hermanos: Arouna y Bakary Kone, junto con Kolo y Yaya Touré, estos últimos también dieron el presente en Sudáfrica 2010.
La competición organizada por el continente africano tuvo varias particularidades: la primera es que Honduras fue la única selección que presentó a un trío de hermanos (Jhonny, Jerry y Wilson Palacios). La segunda es que Japón, con Kengo y Shunsuke Nakamura, se enfrentó en octavos de final con Paraguay, que tuvo a Edgar y Diego Barreto. La tercera y última es el caso de los Boateng, quienes participaron para equipos diferentes. Jerome lo hizo para Alemania y Kevin Prince para Ghana. Naturalmente, el 2 de junio se darán las listas definitivas de lo que será Brasil 2014, y en ese momento se sabrá si se extenderá la lista de los 43 hermanos que compartieron la esencia de vivir una Copa del Mundo.